viernes, 9 de marzo de 2012

Pareja y sexo



No prohibamos las parejas


Como puede ocurrir que el buscar el placer entre dos (yo contigo, tú conmigo) tenga algo especialmente atractivo (lo cual explicaría , en parte, que lo impuesto a la fuerza permanezca impuesto con gran fuerza) es razonable respetarlo en principio.


Posiblemente, el hecho de que el placer del que hablamos tenga mucho que ver con los genitales puede ser la razón de su gracia (el juego de los míos con los tuyos, a bote pronto, es más fácil de ejercitar entre dos que entre tres o veintitrés).

Entonces, a la vista de lo dicho, si dos ven que les compensa  ponerse a vivir juntos (“es que a mí el primer plato que haces tú me suliveya y a ti el segundo mío te trastorna”) que se pongan a ello.

Ahora bien, sin ataduras, ni promesas incumplibles, ni sacrificios sin cuento. O sea, no al compromiso de fidelidad, no a la privacidad de mi pareja para mí y para mí en exclusiva

.
Esto se puede lograr, fácilmente, predicando contra los celos y a favor de lo que podríamos llamar libertad sexual, o mejor aún, anulación de la represión sexual. Ello cuajaría inmediatamente, porque supondría dejar de nadar contra corriente y dejarse llevar por ésta. Es decir las corrientes sociales y culturales modificarían su discurrir e irían, dejando de ser algo contra natura, a favor de la naturaleza.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina

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