lunes, 21 de abril de 2014

Pregón del ajo (o Por qué somos los mejores)


PREGÓN DEL AJO


Ristra en ristre y viva el ajo de Aliste.


¿Por qué los que vivimos en Zamora somos lo mejor del mundo?


Tiene que haber  una razón científica ya que espiritualmente, en la historia de nuestra ciudad, tampoco han ocurrido cosas tan excepcionales. Salvo que una hostia salió volando de una iglesia, que un ladrón se convirtió en piedra al intentar huir con el botín de la catedral y que un puente se puso al revés para que no alcanzaran a un santo.


Lo dicho, salvo esos tres detalles, debemos aceptar que la razón de nuestra descomunal valía tiene que proceder más de la ciencia que del milagro.

Aceptado esto, ¿qué es lo que existe de común en cada uno de nosotros?

La casa no, porque cada uno vive en la suya y Dios en la de todos.

El trabajo no, porque de ello mejor no hablar y menos en fiestas.

La vida sexual tampoco, porque aunque la de todos es muy sana el tema es excesivamente delicado.

Así que sólo nos queda un factor común: LOS AJOS

Los ajos son sin duda la fuente de todos nuestros bienes.

Y por ello es por lo que posiblemente, desde tiempo inmemorial, se habla de las “cabezas de ajo”, siendo como es el término, “cabeza”, sinónimo de inteligencia.

Los ajos se compran en un día para todo el año, lo cual es una imagen irrefutable de nuestro espíritu de ahorro y ponderado uso de nuestras existencias…y si no que se lo pregunten a los de la Caja Rural.

Los ajos dan sabor a la comida y olor al aliento, y sin embargo, sabemos separar el olor, ni un beso sabe a ajo, del sabor; lo cual nos ha servido de escuela para que en todo lo demás sepamos separara el grano de la paja y la OTAN de la paz.

Lo dicho, amigas y amigos, lo que nos ha hecho superiores a todos los demás mortales han sido los ajos. Y fijaos si son buenos los ajos, y fijaros si seremos magníficos nosotros, que nuestra principal virtud es la humildad, hasta tal punto que, aún siendo los mejores, no lo parecemos.

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