martes, 10 de diciembre de 2013

Cómo apostatar (o La Ley del Embudo)


                                       EL  EMBUDO  DE  LA  LEY

-Gobierna, tu sabes lo que es la “ley del embudo”.

-La Ley del embudo, Peromato, es una expresión que pretende denunciar aquellas normas que son difíciles de cumplir para los demás y fáciles para el legislador; es  decir, las que están hechas a favor de quien manda y en contra de los mandados. O sea, la ley del embudo es “para mi lo ancho y para ti lo crudo”.

-Muy bien amiga, veo que como ya sabía tú sabes .

-Si, pero supongo que me lo has preguntado por algo, que no te creo tan tonto como para no saberlo.

-No saber algo no es de tontos es de mentes virginales, que saber, saber, quiere saber todo el mundo.

-Sí, lo del Homo-Cotillus; pero suelta prenda de una vez pelma.

-¿Recuerdas cómo se entra en al Iglesia Católica?

-Pareces un yankee en Guantánamo, qué tortura de preguntas; pues claro que lo se. Mira, se coge a un bebe que apenas sabe comer y no tiene ni idea de andar, se le asignan dos padrinos de distinto sexo (aunque ahora con los matrimonios de homosexuales no se cómo estará eso), se va a una Iglesia, y el párroco le hecha al nuevo afiliado líquido por el coco sobre la pila del agua bendita. Luego se pasa el cepillo y es apuntado en el registro de esa sociedad limitada. 

-Te olvidas de una cosa, lista.

-¿De qué?

-De que como quedaría feo inscribir a alguien tan imberbe e ignorante, esa militancia se tiene que ratificar mediante la confirmación.

-Bueno, de eso no me olvidé, pero esa confirmación se hace en fases de la vida que jurídicamente no tienen valor, ni para votar, ni para trabajar, o sea son edades todavía de “minoría de edad”.

-Tienes razón. Pues mira, con lo que acabas de contar me acabas de describir la parte ancha del embudo.

-¿De qué embudo?

-Del embudo que tiene montado la Iglesia Católica, que parece Vodafón o cualquier compañía de móviles o Internet, que te dan facilidades para entrar y te dificultan la salida.

-No creo que sea tan difícil.

-Te diré; mira, para empezar necesitas también dos padrinos, o sea dos testigos, llevar bajo el brazo la partida de bautismo, extendida sólo seis meses antes como mucho, y realizar un acto de renuncia delante de un “notario eclesiástico”, donde te mirarán el fondo de ojo para ver si estás en tus cabales, dando de todo fe, claro, el Secretario General de Obispo. Aunque si quieres puedes ir a un notario y ya está

-Concho!!!.Pues los notarios cobran un pastón.

-Bueno, pero ya te dan a elegir ¿no? O gastar dinero o acto de apostasía inquisitorial

-Y eso ¿qué es? ¿también cobran un ojo de la cara o basta con el ojo que si te escandaliza debes arrancártelo?

-Supongo que no; pero las partidas de bautismo dicen que ahora hay que sacarlas en persona, con lo que si vives en Sebastopol, la ruina.

-Eso pasa porque los feligreses no pagan cuota como los socios de un equipo de fútbol. Que ahí, si te quieres dar de baja, dejas de cotizar y ya no te dejan entrar al campo.

-Tienes razón ¿por qué los hermanos de una religión no pagan su cuota de socios?

-Supongo que porque si hubiera cuota sólo se podrían salvar los ricos y sin cuota nos salvamos todos.                                           FRANCISCO   MOLINA

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