viernes, 18 de noviembre de 2016

Marxistas y el síndrome del Mesías.(Un vicio)

CAPÍTULO XI

LOS VICIOS

No se trata de exponer los vicios del alegrecomunismo sino de recordar aquellos en los que no hay que caer o los que, al menos, hay que evitar.

Para disculpar un error suele utilizarse eso tan socorrido de “somos humanos y cometemos errores”. 

Como si los errores se cometieran por ser humanos, cuando si fuéramos inhumanos (o divinos) cometeríamos muchos más y peores. 

No, los errores no hay que disculparlos, hay que no repetirlos y estar alerta contra el error ya cometido.

Los comunistas, a lo largo de la historia, hemos acumulado unos errores que más que errores son vicios, por la repetición con que caemos en ellos sin que nos reporte ventaja alguna y si lo contrario.

Veamos algunos vicios a evitar.

El Síndrome del Mesías.

Tal vez es el más frecuente (al menos por estos pagos).

Analicémoslo.

Para muchos comunistas el serlo les supone un sacrificio. 

Este sacrificio se hace para salvar a la clase obrera (hasta aquí más o menos correcto, pero lo malo empieza cuando el “sacrificado” quiere ser él y a lo sumo sus discípulos (no los camaradas) y nadie más, el que ejerza de salvador.

Es decir. Se quiere redimir al proletariado siempre que sea YO el redentor (el mesías) y no los demás.

Antes que la victoria de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad, algunos lo que quieren es “esa victoria, si pero si la consiguen ellos”; de lo contrario, ¡que esperen los que viven mal!

Ese afán por ser cada uno el Mesías de la clase elegida resulta tan grotesco para aquellos que requieren esa ayuda, como lo puede ser para alguien que se está ahogando, el ver en la orilla a tres, cuatro o hasta cinco personas, que discuten y se pelean entre sí porque unos consideran que hay que salvarle nadando a braza, otros a crowlll y aún otros a mariposa.

Patético pero así es, dándose el caso de que partidos con el apellido comunista hay más que distintos estilos de natación.

Y encima todos se miran estupefactos sin explicarse por qué el ahogado pasa de ellos que tanto y tan bien discuten sobre cuál será lo adecuado para salvarle ¡lo mejor posible!.

Para el alegrecomunismo, entre las cosas que hay que sacrificar en esta lucha (como en todas algo se deja a cambio de lo que se toma) es la vanidad, el prurito de tener razón por narices, el reconocer que es preferible hacer algo por alguien sin razón que no hacer nada con toda la razón (teórica) del mundo.


Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina.

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