BANCO
DE GALLETAS
Así, repasando en
plan veraniego, es decir sin grandes esfuerzos, parece ser que existen bancos
de sangre (toca madera), bancos de esperma
(no toques nada) y bancos de dinero (mírame y no me toques).
A esa lista no vamos
a añadir los bancos de sardinas, ni de atún, ni de niebla, porque estamos
hablando de bancos en los que tú metes o llevas algo, y luego eso te lo
devuelven a ti o a la sociedad (que también eres tú) "multiplicado" o
en mejor especie ("corralitos" aparte).
Pues bien, vamos
ahora a inventarnos un nuevo banco, el Banco de las Galletas, y vamos a meter,
o ingresar o invertir en el nuestra "cabeza", a ver si nos devuelve
algo útil.
Verán lo que es la
magia del pensar si conseguimos invertir bien los razonamientos.
El Banco de las Galletas
es el nombre que le vamos a dar a la unión de dos problemas que son iguales.
Se trata del asunto
de las galletas Fontaneda que se quieren llevar de su pueblo, y de las oficinas
del Banco de España que se quieren llevar de nuestro pueblo, Zamora.
Resulta que se trata
de dos asuntos exactamente iguales.
Veámoslo, metiendo o
ingresando, en el Banco de las Galletas todo lo que hasta ahora habíamos
aprendido sobre la vida ¡política!.
Como muy bien dice Paco Molina, "No hay
Dios que no tenga su Demonio correspondiente".
¿De qué Dios
hablamos ahora?
Del Dios capitalismo
(es decir del sistema social por el cual se considera que quien crea riqueza y
puestos de trabajo es el que tiene el Capital y por tanto hay que favorecer al
Capital para que así nos veamos todos favorecidos).
Entonces, ¿qué pasa?
Que todos estamos contentos con este sistema, que es el del mundo libre, el del
mundo rico, en el mundo civilizado, el de la repanocha vamos.
O sea que ese es
nuestro Dios. Y entonces, ¿Cuál es el Demonio que corresponde a ese Dios?
El de que así, con
esa filosofía "no se salva ni Dios".
Entendido esto
resulta enternecedor ver a partidos políticos que defienden al Dios Pasta (y no
hablamos de las galletas) y luego se rasgan las vestiduras cuando como
consecuencia de esa adoración pasa lo que pasa.
Cojamos las galletas
primero (que encima se llaman como la madre de Dios).
Esa fábrica ejemplar
que fue la vida económica y fabril de un pueblo y su comarca, fue en su día
adquirida por una multinacional del negocio. El pez grande se comió al chico y
el chico vendió (algo similar a lo de Zamora capital con lo de Reglero).
Siguió la vida y una
vez que la guerra de capitales exigió un nuevo reajuste de peces grandes con
chicos o grandes entre sí, le ha tocado ceder a la rica Fontaneda.
Lúchese por evitar
su cierre, pero ojo a qué Dios adoramos no venga con su demonio bajo, el brazo.
Y ahora vamos con
nuestro Banco de España.
Pero señores, ¿no
hubo partidos políticos que apostaron por Maastrich, la Europa del capital y el
Euro, contándonos que esto iba a ser Jauja?
Pues, ¿de qué se
quejan ahora? Si resulta que como se dio prioridad al Euro y a su santo padre,
el Banco Europeo, lo que va a ocurrir se veía venir.
Y en unos años el
Banco de España no estará ni en Valladolid.
Allí como mucho, y
si llega, habrá una sucursal del Banco Central Europeo.
Defendamos la
permanencia del Banco de España en Zamora, pero dejemos al mismo tiempo de
adorar al Dios que se lo lleva, como se lleva a nuestras gentes y vacía los
pueblos.
Nadie nos tiene manía
a los zamoranos. Es simplemente que decidimos jugar a la ruleta del capital y
nos toco la bala de su demonio.
La patera de paté
puede acabar en patera de naufragio.
FRANCISCO
MOLINA. En La Opinión de Zamora cuando s el levaron el Banco de España
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