LA
MAGIA DEL ESPEJO
Esto del espejo lo
han explicado muy mal hasta ahora.
Desde luego la
versión de la Madrastra (encima con la cantidad de ellas que hay hoy en día) es
delirante.
Utilizar un espejo,
por muy mágico que sea, para preguntar que quién es la más bella si ella o Blancanieves,
sólo puede llevar a la frustración,
cuando no a la liposucción.
Algo descabellado
donde lo haya.
Tampoco la explicación
científica le da mejor utilidad. Y es que hay que tener mucho cuidado con
"estos saberes" porque en un mundo cada vez mas hedonista (el de la
opulencia claro), la ciencia está sustituyendo a las religiones para conseguir
los mismos fines ¡que la gente no se desmande!.
Y así tenemos, como ejemplo venial, que si
antes el sexto mandamiento era un pecado, ahora que no lo es, resulta que es
una enfermedad (adictos al sexo, creo la llaman).
Pues en el caso del
espejo casi lo mismo. Y van los sabiondos del tema y nos dicen que quien está
en el espejo es la misma persona que se mira, con lo cual al final el espejo
sólo sirve para peinarse.
Error tras error.
Ved si no, amables lectores y lectoras si acaso no es más razonable lo que aquí
se razona.
El espejo, para que
sea mágico y magico, hay que usarlo de esta manera:
Al otro lado no
tenemos que vernos a nosotros puesto que, o no lo somos, o si lo somos tampoco
nos sirve para nada el saberlo (raya del pelo al margen, como ya se señaló).
Quien vemos al otro
lado del espejo, es amigas y amigos, el prójimo, nuestro prójimo. El otro.
Pero no el otro yo,
si no el otro-otro, el tú, ese y aquel.
Sentado esto empieza
la función.
Comienza la lección
que nos da el espejo verdaderamente especial:
Si tú te acercas al
otro, verás que el otro se acerca a ti. Si le tiendes una mano al otro, el otro
te la tiende a ti. Si le haces el gesto de "vete a hacer puñetas",
con asombro comprobarás que tu prójimo te manda a hacer puñetas a ti.
Emocionante, no?
Pero sígase. Sonríele
al prójimo. Eureka, pero si resulta que entonces él nos sonríe.
Ahora prueba a
decirle "Si, si, si", y verás como él te dice "Si, si, si"
(hay que leerle en los labios, pero lo dice).
Juega ahora a
decirle siempre que NO; es impresionante pero el va y te dice también que NO.
Y cuantos mas noes
digas tú, mas te contesta el que nanay.
Qué curioso, no?
Pues en verdad en
verdad os digo que la parábola del espejo habéis de interpretarla así.
El espejo, como en
la vida, no existe, no se ve, no está, nada te separa del otro.
Sólo estáis tú y tú
prójimo, y como tú actúes así actuará para ti ese prójimo.
Exactamente igual.
Así que, o cambia de
conducta o cómprate un espejo.
Pero que no sea el
de la madrastra (para qué quieres ser más guapa que Blancanieves?), ni el de
los científicos (para que te llamen repeinao?).
Cómprate el espejo
que aquí se ha contado.
Lo venden en
Cristalerías "El Sentido Común", junto a tu casa.
Paco
Molina
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