OLIMPIADA
NECROLÓGICA
Aunque uno tiene más
de lo que merece sigue jugando a la
lotería.
¿Por qué? Porque si
toca uno se hace famoso, y si se hace famoso se fija la gente en “su” si sube o
si baja, si entra o si sale, si dice “Ah!” o dice “Oh!”.
Con lo cual, si eres
famoso empiezas a ganar puntos para que cuando te mueras alguien te escriba un
obituario (o sease, una loa, es decir unas “cartas al director” la mar de bonitas).
Esta es una costumbre
muy arraigada, sobre más en provincias y ciudades chiquitas como Zamora.
Usted seguro que lo
ha observado aunque tal vez no se haya puesto a pensar en el asunto, pero el
asunto es así.
Fulanito de Tal
(suelen ser fulanitos en vez de fulanitas), por ejemplo ha marcado un gol en un
Mundial. Pero no sólo eso, a su vez había tenido una novia en Zamora o había
hecho la Primera Comunión por aquí pues su padre, afamado coronel estuvo destinado
en el cuartel (Ojo, estos personajes son ficticios y cualquier parecido con la
realidad es mera coincidencia, lo cual se dice porque tras el "fallo"
del "caso Zamora" está claro que aquí uno se la juega por menos de
nada).
Pues bien, como más
pronto o tarde todos cascamos, va y fallece el interfecto. Y a partir de ahí,
en el periódico local, empiezan las cartas, artículos y de mas entuertos, para
hablar bien del muerto.
La pléyade de
escritores espontáneos suele tender a
infinito, y su calidad literaria también, hasta el punto de que en muchos casos
son mejores los panajeristas que el difunto, por más que el homenajeador diga
del homenajeado que era "¡si en lo humano divino, en lo profesional un
hito!", y cosas así de bellas.
Siempre me ha dado
rabia morirme y que nadie, en mi periódico local, me diga un "ahí te caigas
muerto".
Aunque más rabia me
da pensar que alguien se suelte por bulerías y se decida a decir que como yo no
hay, o hubo, o habrá nadie, y que no se lo pueda agradecer eternamente, así que
por eso quiero que me toque la lotería.
Para instituir un
premio para quien diga mejores cosas de mi cuando yo no pueda disfrutarlas con
un socarran: "Pues te quedas corto tío ¡o tía!").
Lo mismo que otros
dan su dinero para nobles causas, yo quiero darlo para otra igualmente noble,
premiar a esos que dan en hablar bien de uno con entusiasmo tal que más parece
que hablan indirectamente de ellos, buscando que se diga, "de todos los
que han hablado del muerto, tú eres el mejor: eres tan bueno que el muerto debías
haber sido tú”. ( Ya que "Siempre
se van los mejores", según el rezar popular).
Sería una Olimpiada
Necrológica la que yo montaría.
Con distintos
premios. Así quedaría bien con los amigos que tuvieran el detalle de decir que
como yo sólo tú.
Pero al mismo tiempo
fomentaría la participación (por dinero la gente es capaz hasta de dar clases)
y seguro que se decidirían a escribir sobre mí gentes que no me conocerían, con
lo cual podrían decir aun mejores cosas.
Y además, así, los
artículos serían salvajemente subjetivos, con lo cual esos que juegan a la objetividad
con sus “hay que reconocer qué..” o sus “sí, pero”, o eso tan científico de “Convivía
con sus contradicciones como el mono con
los barrotes de su jaula", todos esos sufrirían ante el miedo de que apareciera un
especialista en 'in memorians" y les arrebatara el premio.
Considero que este
género literario, dotado con premios, ganaría mucho (sobre todo ganarla el ganador,
que se llevaría además del metálico, un diploma con el lema “El muerto al hoyo y
el vivo al bollo").
Así que dado que la
mayoría de los famosos tienen pasta anímense a instituir un premio para quien
mejor hable de ustedes cuando estén de "corpore in sepulto". Sería un
acierto y así se podrían descubrir nuevos talentos.
Y además, poniéndolo
en las bases del concurso, se podría contestar por parte de todos los
recientemente fallecidos a esa pregunta, tan trascendente, que todo panagerista
hace, como si fuera obligatoria, al que ya no está. "¿Por qué te has ido
tan pronto, compa?”.
Respuesta: "Eso digo yo".
FRANCISCO
MOLINA. En La Opinión de Zamora. Imperecedero
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