CARIÑOS
QUE MATAN
En el último escrito
sobre el tema se advertía que, sólo en España, una mujer a la semana es
asesinada por su compañero o ex .
Hoy se invita a
analizar esta inusitada violencia según "los pensamientos del NO"
(nombre con el que decidimos bautizar las afirmaciones de Agustín García
Calvo).
Naturalmente la
exposición, amén de sucinta, tiene algo de propia (lo cual se dice en su
favor).
Caricatura.
Este es uno de los
conceptos más interesantes de los "pensamientos del NO".
Consiste en entender
que cosas que consideramos como "externas a lo normal" o anómalas, no
son en el fondo más que caricaturas de la realidad.
Recordemos para
entenderlo, ¿qué es una caricatura?: es un dibujo deliberadamente exagerado
para que se perciba mejor la verdad, y así en una caricatura de alguien con
muchos dientes se verá “sólo dientes”, para que se aprecie mejor el cómo es la
persona retratada.
Maridos
que matan.
Según lo visto,
cuando un macho (machismo) mata a su pseudo-pareja, no estamos ante un ser de
otro planeta, sino ante una caricatura de la realidad.
El asesinato por un bestia
de "su" mujer es una caricatura, una exageración de la verdadera
realidad, pero no algo distinto a la cotidiana realidad, y la realidad no es
otra que la existencia de una "feroz violencia" en la institución/pareja.
¿Puede una mujer
comentar con "su dueño" la verdad por insulsa que sea?
Sabe que no, y
demuestra haberlo aprendido cuando de adolescente dice: "Como se entere mi
padre, me mata", que luego pasa a un: "Como se entere mi marido, me
mata".
...Porque
era mía.
"La mate porque
era mía" es frase que también trae a colación Agustín García Calvo, para
avalar su tesis en el tema.
Resulta que el
machismo no es algo tan frívolo, ni simple como creen las mujeres para hacerse
ilusiones.
Creen las mujeres
que el machismo es el egoísmo de los hombres, que son todos iguales, unos egoístas.
Y se equivocan.
Aunque sin querer aciertan, por lo bajo, que diría Agustín, pues cierto es que
todos los hombres son iguales, y ellas son todas iguales, y todos somos todos
iguales, y ahí está la salvación, tirar por esa vía, que no es la que parece y
de la que ya hablaremos.
El
machismo.
El asunto del
machismo es algo más grave que el egoísmo de cada hombre
Repasemos.
Si el capitalismo se
basa en que una sociedad debe estructurarse en base al capital como fuente de
todo lo bueno y al que por tanto hay que proteger.
Si el comunismo debería
basarse en estructurar lo social en torno a todo lo común que tenemos los monos
humanos (necesidades vitales).
Resulta que el
machismo debemos entender que no es otra cosa que el concebir la sociedad como
está ya concebida: "La mujer es propiedad del hombre", como clase
social en los estados, y persona a persona en la familia, mientras el contrato
de venta-compra se disfraza de lo que se llama amor, contrato que como todos,
tiene letra pequeña que no nos dejan leer.
El
avispero
Así empieza cada
pareja a ser feliz y comer perdices.
Hasta que por ejemplo,
él tiene eyaculación precoz, y lo que nunca debería de ser un problema para él
en plena libertad, se convierte en tal para los dos.
O ella tiene
"orgasmo tardío" y lo que en libertad plena resolvería con tres o
cuatro apareamientos distintos por sesión, resulta que da paso a un problema, a
un complejo, a una angustia.
La autoestima, tan
vital según los psicólogos, empieza a ser autoculpabilización.
Un infierno. Y ojo,
que lo puesto son solo meros ejemplos de por dónde pueden empezar a abrirse las
grietas del odio.
Mujer
objeto .
Si entre las mil muñecas
de la estantería sólo queda una sin ser comprada, se verá a si misma inútil y
sin valor.
Pero si es comprada,
y pasados los meses "tirada a la cuneta con un par de hijos bajo el
brazo", su baja estima se tornará en atroz sufrimiento.
“No valgo para nada”.
“Yo que tanto amo veo que nadie me ama”. "Si seré yo capaz de amar con
nobleza que a pesar de todo —¿ya hubo una paliza?— le amo aún”.
En paralelo, el
macho se revaloriza en sociedad en la medida que posee cosas, siendo el bien más
preciado la mujer.
La mujer es el mejor
objeto a poseer. Por eso cuando el hombre pierde la propiedad (sumisión
absoluta) sabe que pierde valor social.
También descubre que
no es capaz de hacer sentir a su pareja eso tan bonito que llaman “amor”, e
incluso comprueba que toda la energía que invirtió en resolver el problema del
apetito sexual se ha esfumado (no olvidar que el “sexo” lo resuelve mejor el parejismo,
a pesar de lo insulso que llega a ser, que el andar suelto).
Impotencia.
El odio mutuo (cada
uno culpa al otro de que su vida no fuera como la imaginó "Que engañado/a
me tenias", es la confesión del desastre), empieza estar ahí, junto con lo
cotidiano.
Y dentro de ese
infierno entre “cuatro paredes” acaba emergiendo la violencia machista que es
alentada por la estructura social, cuyo primer mandamiento es:
"La mujer es
propiedad del hombre".
Cuestión bien
visible en sociedades donde a las adúlteras las lapidan o, "porque vale más
prevenir que curar", les cortan el clítoris (“clítoris pecata mundi”).
Cuestión menos visible,
pero también latente, en sociedades donde estos días celebramos que ha nacido
Dios, pero eso si de una madre Virgen.
FRANCISCO
MOLINA. Publicado en La Opinión de Zamora el 27 de Diciembre de 1997
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