SOMOS
UNOS ANIMALES
-¿Te das cuenta
Peromato de que somos unos animales?
—Si te explicas un
poquito, amiga Gobierna, puede que me de cuenta.
—Me refiero a esto del mundial de fútbol.
—¿Ver a todo un
pueblo chiflado por una victoria mundial te parece un síntoma de animalidad?
—Si; pero en
positivo. Mira cuando digo que “somos unos animales” lo digo, no como un insulto u ofensa, lo digo
como una constatación que si la asumimos mejor nos iría.
-¿Por qué deduces
tras el mundial que somos animales? ¿Porque han arrastrado al pueblo de aquí
para allá, por donde querían, como si fuera ganado?
—No amigo, no. Mira, cuando el pueblo es
arrastrado de aquí para allá cual ganado es cuando le hacen creer que hay que
trabajar tanto, y que sufrir tanto, y pasar tantos sacrificios, para poder
vivir. Es ahí, con esas cosas, cuando nos tratan como a ganado con el engaño de
que no somos animales.
—No te interrumpo
porque cada vez te entiendo menos.
—El ser humano es un animal como otro
cualquiera. Y los animales que tienen la suerte de estar en este mundo no
buscan otra cosa que comer para vivir, correrse unas juergas cuando están en
celo, dormir y jugar.
—Realmente cuando se fija uno en los animales
se ve que no hacen otra cosa que esas cosas, y que la cosa no está mal.
—Por eso ha disfrutado tanto el pueblo en
torno a un juego. Y en torno a la celebración del juego que era algo festivo y
cuasi de comunión orgiástica.
—Dándote la razón te
recuerdo que hace poco se ha descubierto que aquellas peleas del macho cabrío y
otros cornúpetas, que nos habían vendido como la lucha del macho por ser macho
predominante y querer llevarse a la hembra, eran bobadas para justificar una sociedad
hostil como la humana, porque lo que hacen esos machos es jugar, jugar y jugar.
—O sea matar el
tiempo, o sea divertirse con retos inocentes, o sea llenar el tiempo de la
vida.
—Rellenar querrás
decir.
-¿Por qué rellenar?
—Porque llenar, llenar, con lo que mejor se
llenaría, si hubiera libertad seria con el sexo.
—Bueno los animales,
los salvajes claro, sí tienen esa libertad, y aún así juegan, que hay tiempo
para todo, si no fuera porque algún espabilado dijo que éramos seres superiores
y desde entonces vivimos como inferiores.
—A mi lo del pulpo Paul, que acertó que España
ganaría el Campeonato del Mundo de Fútbol me recordó el nacimiento de las
religiones.
—Ahora soy yo quien
no te entiende a ti.
—Pues que en algún
momento de la Historia a alguien se le ocurrió decir bobadas como la del pulpo
Paul y luego indujeron a la gente a creérselas porque según los espabilados y
los poderosos, era evidente que el pulpo sabia acertar.
—Luego tenía poderes
sobrenaturales.
—Y ahí viene lo
malo; cuando hay alguien que tiene poderes sobrenaturales, es decir por encima
de los animales.
—Fíjate si somos animales es decir si nos
gusta el juego, que los encierros de San Fermín se analizan punto por punto
como si fueran los descubrimientos de la vacuna contra el cáncer.
—Somos animales y
eso es mejor que creerse descendientes de la pata del Cid. Y si ahora hacemos
guerras es por no ser animales y creernos que estamos ante sacrificios
inevitables por el Bien de la Humanidad y de los valores que nos adornan.
—Te entiendo, un
animal vive y deja vivir, come y deja comer. Como por ejemplo los conejos de
Valorio que aunque se comieron miles de árboles, arbustos y similares dejaron
los demás para que nos los comamos nosotros.
FRANCISCO
MOLINA . La Opinión de Zamora 19 Julio 2010
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