PASAR POR
EL ARO
Realmente la ceremonia inaugural de los
Juegos Olímpicos en Atenas ha sido la más excepcional en atractivo, ingenio,
arte, intriga y sorpresas de todas las habidas hasta ahora. Algo digno de
admiración y aplauso.
Hacer
que apareciera un mar en medio del estadio. Conseguir que fuera “navegable”.
Engañar nuestra vista con estatuas y frisos que parecían fingidos y resultaban
estar protagonizados por personas de carne y hueso. Lograr que la montaña fuera
a Mahoma y que el peletero olímpico se acercara al portador de la antorcha para
que este pudiera encenderlo sin mayor esfuerzo. Todo eso, olvidando detalles y
más cosas, hicieron el espectáculo fantásticamente espectacular.
Se
disfrutaba viéndolo. La pena está en que todo esto oculte la verdad de nuestro
mundo. Resulta que una de las cosas más impactantes fue que una pantalla
escupió fuego, una lengua de fuego que llegó al centro de ese Mare Nostrum simbolizado por una superficie de agua que todo
lo abarcaba salvo las pistas. Y entonces comenzaron, en medio de ese mar, a
arder los cinco aros olímpicos. Los cinco aros que simbolizan los cinco
continentes y que se presentan enlazados como prueba y mensaje de solidaridad.
Pero
faltó una patera surcando ese mar que pretendía unir a los pueblos con su
mensaje. Sí, porque no es cierto que se trate desde los gobiernos, que en
definitiva son quienes organizan estos eventos, de hermanar, en base al deporte
y la juventud, a los pueblos del mundo. No en vano son esos mismos gobiernos
los que dan órdenes que propician y obligan a la inmigración ilegal jugándose
la vida.
En
estos mismos días murió un bebe de leche, blanca como la piel negra de su madre
que también murió victima de leyes egoístas, insolidarias, inhumanas, crueles.
También dicen ahora estar buscando a más de treinta desaparecidos. ¿Para qué
los buscan muertos, si vivos no les importaban? ¿Qué Gobiernos son éstos que
fuerzan a que gentes que podrían venir en barco y con el resto del dinero que
ahora dan a las mafias (que se limitan a sacar provecho de leyes absurdas)
pagarse la estancia mientras buscan trabajo, no tengan otra salida que jugarse
la vida, con la disculpa de que aquí no hay dinero para todos, cuando la misma
Olimpiada muestra que lo hay y de sobra?
Son
nuestras leyes las que matan. No los que arriesgan su vida por venir aun país
donde hay programas de televisión que dedican la programación en pleno a hablar
de cómo se cocina esto lo otro y lo de más caviar, cuando en el quinto aro
-África- se mueren de hambre porque les esquilmamos y además vendemos nuestros
productos más baratos que los suyos, pero haciendo trampa, ya que los
subvencionamos en origen y en la exportación, haciendo que se oferten a un
precio inferior a su coste de producción.
Y
si el quinto aro esta así, mas de la mitad del aro Americano idem de idem, por
no hablar de la inmensidad de gran parte de Asia.
Qué
alegría bajar en Zamora a la calle y además de las caras conocidas de siempre
topar con otras de rasgos tan variados, de colores tan diferentes, de contrastes
tan entrañables. Y qué alegría ver que cada vez son más y que esto acabará
siendo una “mundialade” de convivencia, donde cada uno trabajará en aquello que
sepa o aprenda, y las verbenas tendrán
más músicas, los pasodobles más redobles, las banderas más colores, las
escuelas más risas, la vida más vida.
Que
cambien las leyes, o si no que a quienes disfrutan con sus yates por el Mediterráneo se les aparezcan
los espectros de quienes murieron en patera por su indiferencia. Y a los demás,
que no nos hagan pasar por el aro. Y menos por cinco y olímpicos.
Francisco Molina. Año de la Olimpiada Griega
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