lunes, 9 de noviembre de 2015

NO HAY INFIERNO

                                               NO   HAY    INFIERNO

Esto no es que lo diga yo. Lo ha dicho el Papa. También lo ha dicho Dios en cuanto que su traductor en la Tierra es el Papa. Y lo dice el sentido común. No hay Infierno.

Respecto a que decirlo el Papa es como si lo hubiera dicho Dios directamente, es lo elemental de la Fe en la Iglesia Católica. Por tanto Dios  ha dicho: “No hay infierno". 

                  Aunque eso sí. Hay que reconocer que el Papa lo ha dicho “con la boca pequeña”.

Lo más que hay tras morir, según el Papa actual, es un estado de insatisfacción en el que los malos no verán a Dios, algo así como el sufrimiento de no poder contemplar al Ser Amado. Mientras que los buenos podrán contemplarlo sin trabas.

 Esto es lo que más o menos entendí en la escueta noticia que hace unos años dieron los medios de comunicación. Cosa que me chocó pues era un notición y sin embargo no venía como gran titular en la portadas.

Lo que no se es por qué en cada homilía a los creyentes, en cada epístola de los Cardenales a las ovejas descarriadas, en cada catequesis a los púberes, no se repite sin cesar y en voz alta que  ”no hay infierno”. 

Incluso no comprendo que, aunque fuera a base de subvenciones, no se pone en el pórtico de todos los templos la buena nueva. “No hay infierno”. 

Y eso que las Conferencias Episcopales, como si en vez de doctores de la Santa Madre Iglesia lo fueran en Biología, nos han informado de  cosas, tales como que si la homosexualidad es algo contra-natura, el aborto un crimen y el divorcio un desarreglo.

Incluso aquí en Zamora, no recuerdo que ni el Obispo anterior, ni el de ahora, se hayan hecho eco de esa sensacional noticia. Todo ello cuando los creyentes deben aceptar esta alegre realidad. “No hay infierno”.

 Realidad mucho más alegre aún para los no creyentes. Ya que esto recuerda el célebre cuento de las dos hermanas. 

Una, pécora donde las haya, amén de pecadora incansable, y otra, una santa. Hermanas que murieron en el orden natural, primero la que llevó una mala vida (la que perjudica gravemente la salud) y luego la fiel hija de María.. Ocurriendo que cuando ésta, en buena lógica, va al Cielo, al llegar a él,  se encuentra con estupor a su depravada hermana que frotándose los nudillos le canta “Rabia, rabiña, que no era pecado, rabia rabiña, que no era pecado”.

Pues eso ciudadano Casimiro, Obispo de la Diócesis, decid si miento  cuando digo que según el Papa  “no hay infierno”.

Dad la buena nueva “urbi et orbi” que eso será motivo de sumo gozo para al pueblo de Dios y la única alegría para Zamora en este olvido institucional.

Sí, porque cuando un padre le impone  a su hijo (porque es  suyo) la obligación de estudiar la religión católica  lo hace para que se salve (es decir, no quiere que vaya al infierno). 

Sin embargo  si ahora, según los expertos, no hay infierno o es un infierno light, todo cambia. 

De hecho cuando yo era bachiller,  no sólo eran los padres los que te elegían la religión a profesar, sino que hasta la Madre Patria (sin duda como madre) la elegía también. 

Por eso se del tema cantidad. Y muchos  recordarán que hasta en los centros públicos, sin ir más lejos en el instituto “Claudio Moyano”, había no sólo clase de religión a estopa, sino que en vísperas de Semana Santa curso tras curso, se interrumpían las clases, casi otra semana, para dar “ejercicios espirituales”.

Y en esos lavados de cerebro con agua bendita, hasta el más lerdo quedaba con el mensaje principal que rezaba (nunca mejor dicho). “Y al final de la jornada, aquél que se salva sabe, y el que no, no sabe nada”.


Pero dado que ahora los que decían eso dicen lo contrario, ¿para qué las clases de religión, que si en caso de haber infierno son  pocas, dado que no lo hay, sobran todas?

FRANCISCO MOLINA. LA OPINIÓN DE ZAMORA 2004 

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