EL
JURAMENTO DEL GRITO
En Zamora es de
sobra conocido "El juramento del silencio"; ese acto que antes de comenzar
la procesión del Cristo de las Injurias
se realiza en el atrio de la Catedral y en el cual los cofrades aceptan
voluntariamente no hablar durante el trayecto.
En Zamora es menos
conocido, pero de sobra practicado, otro "juramento del silencio", el
de la corrupción, el de los intereses creados, el de hoy por ti mañana por mí.
Si el silencio
zamorano de Semana Santa surge de la fe cristiana, el silencio zamorano de
todas las semanas surge del sistema caciquil heredado del pasado y cultivado
como norma a pesar de estar en
democracia.
La única variación
reside en que ahora hay más áreas de influencia, más caciques, (en vez de un
solo cacique que domina todo, hay mil caciques que dominan en su parcelita de
poder).
Esa es la única
diferencia actual entre la dictadura y la situación de hoy en día.
Por lo demás, el
juramento del silencio de raíz caciquil tiene unas normas no escritas perfectamente
claras: "De lo nuestro que sea sucio no hay, ni deben hablar los nuestros.
De lo sucio de los demás tampoco conviene hablar demasiado no vaya a romperse
el equilibrio de las cuotas de poder, de los cotos del chanchulleo. Así, además
podremos estar tranquilos porque el enemigo tampoco tirara demasiado de nuestra
manta".
El problema para
todos los que viven en este plan y de este plan, surge cuando aparece un grupo
como Izquierda Unida en el que sus miembros han hecho el "Juramento del
Grito", el juramento de la denuncia de la corrupción, de los tratos de
favor, de los enchufes, de las triquiñuelas hechas para conseguir comisiones de
agradecimiento, etc.
Como consecuencia de
este Juramento del Grito que he de practicar (con orgullo) en primera línea por
ser el único concejal en la capital de la provincia, ya he recibido más de un
aviso.
Tales avisos
proceden, cómo no, de gente que me dice "que soy de ellos y por tanto no
debo estropearles el negocio"; o sea que creen que me obliga el Juramento
del Silencio Caciquil.
Como muestra última
están las declaraciones de un gestor de viviendas, hechas hace días en La Opinión-El
Correo de Zamora donde decía que "no se explicaba que alguien de
izquierdas (yo) denunciara trato de favor desde el Ayuntamiento hacia su
cooperativa".
Repásese la moviola,
lo que le indignaba era que alguien "de los de ellos”, denunciara que se permita no cumplir la ley en
favor de alguien, pero no le indignaba estar disfrutando de ese acto ilegal de
prevaricación.
Su acusación era
clara: “Ese no ha respetado el Juramento del Silencio (caciquil)”.
Pero hay más, dentro
de lo que son las reglas del juego en Zamora de cierta política y ciertos negocios,
quien quiebra el Juramento del Silencio Caciquil la ha de pagar.
Y así también hace
poco he tenido que leer en la prensa que debo recordar la parábola de la puta y
las piedras:
Recordémosla:
"Iban unos hombres y mujeres a apedrear a una prostituta, y Jesús, que pasaba
por allí, tras preguntar qué ocurría y oyendo que a la mujer la acusaban de adultera,
añadió: "Está bien, que quién esté libre de pecado tire la primera piedra".
Cuentan los
evangelios que la mujer salió ilesa.
Desde luego en la
sociedad hipócrita y falsa en la que vivimos la frase de Cristo habría supuesto
la muerte inmediata de la interfecta, ya que todos hubieran arrojado su piedra
para hacer evidente que estaban libres de pecado. ¡Faltaría más!
Decía el escrito
dirigido contra mi: "Ojo, quien eres tú para denunciar nada si tú eres un
pájaro de cuenta, tú no puedes arrojar la piedra".
Se trataba de un
escrito en el que se me enseñaba el filo del cuchillo, pero sin desmentir ni un
punto mi denuncia, es decir se me advertía que debía volver al redil del
Juramento del Silencio Caciquil, y eso se me decía desde un puesto de mando y desde
un escrito donde se presumía de pertenecer a un sindicato de clase.
Con esas amenazas de
“Cállate que sabemos cosas de ti", habrá que preguntarse, sindicato de clase;
¿de qué clase?
No es que sea un
valiente, pero el Juramento del Grito me obliga y no solo eso, si me callara y
tirara la primera piedra se descubriría que soy muy malo.
En Zamora cada vez
hay más gente acogida al Juramento del Grito, y los caciques no van a poder estar
tranquilos ni en sus áreas de influencia.
Podrán acabar con el
empuje de uno (esto es agotador) pero ahí estará el siguiente.
FRANCISCO
MOLINA. Publicado en La Opinión de Zamora el 11 de Octubre de 1994
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