YATES PARA
TODOS
Alguna vez ya hemos dicho que la economía es mentira.
Y vamos a utilizar los
gritos de los trabajadores de los Astilleros Públicos Españoles-IZAR- y los del
zamorano Miguel Blanco dirigente de la COAG bis para mostrarlo.
Éste
último, hace unos días y como protesta por la subida del gasóleo agrícola,
hacía un repaso de la situación de la provincia y advertía de lo esencial que
es la agricultura y la ganadería para ella, al tiempo que diagnosticaba que
“estamos castrados”y que quienes usaron la máquina de caparnos eran los
caciques políticos.
Y tiene razón el tío. Incluso más de la que cree. La producción de comida, salga de la
tierra, del mar o del aire, es esencial para cualquier territorio, por eso hay
que volver a la agroganadería ecológica y abandonar en gran medida la
producción de alimentos basura que se pagan y se pagarán más caros de lo que
indican sus precios en las estanterías
del hiper.
Volver
a la producción casera de alimentos no sólo garantiza la salud de las personas
y de la naturaleza, sino que ,lo que es mejor, suministra todo lo que necesitan
para subsistir los habitantes del territorio en cuestión, amén de generar más
puestos de trabajo por ser más laboriosa y natural su producción. Dicho al
revés, con la producción de alimentos ecológicamente un pueblo, en sentido
amplio, siempre tendrá para comer y siempre necesitará el mundo rural como
mundo vivo.
Conviene
recordar al respetable que la producción masiva de comida y por tanto de su
abaratamiento, no está sirviendo para así dar de comer a los seis mil millones
de seres humanos. Es más el problema es exactamente el contrario. La producción
intensiva-osease a lo bestia- está arruinando, además de las tierras fértiles,
a millones y millones de familias campesinas que antes tenían por lo menos para
comer ellos y ahora ni eso.
Es el mal reparto de las riquezas y no la falta de
fertilidad del planeta quien genera el hambre, según todos los estudios.
Pero
si todavía hay algún escéptico respecto a lo dicho (que la economía es mentira)
fijemos la atención sobre el problema de IZAR. Resulta que sólo hay pedidos de
carácter militar y no civil, y entonces los sabios proponen separar ambas
secciones. La que seguiría haciendo barcos de guerra tendría futuro y la otra,
la de barcos sin armas, emprendería la vía de la privatización hacia el
cementerio del paro para los trabajadores y de la especulación urbanística para
las instalaciones.
¿A
que parece bien pensado? Pues pongamos la noticia en el microscopio y
analicémosla. Si hay pedidos de barcos de guerra y no hay guerra, es que sobra
el dinero, y por tanto el estado de turno podría garantizar que en su país se
resolvían los problemas que tiene la gente (enseñanza, sanidad, vivienda,
buenas pensiones y reparto del trabajo). Por el contrario, si hay guerra,
cuestión que se fomenta gracias al armamento, la ruina humana está garantizada.
Estamos
pues ante una salida falsa del problema. Con pedidos para algo malo como es la
guerra el problema parece no existir, y sin embargo no hay demanda de barcos
normales (pesqueros, cruceros, yates, ferrys...). De risa.
Entonces,
como no entienden que todo país tiene que tener astilleros propios para
abastecerse de barcos- no de guerra- y en consecuencia hay que mantenerlos, y
por contra sólo creen en la economía de mercado, que hagan yates sin parar, que
así bajarán de precio al aumentar la oferta sobre la demanda, y puede que
después del segundo piso y el todoterreno empecemos todos a comprarnos un barco
de recreo. Háganse también trasatlánticos para los viajes del Inserso que son
mejores que cualquier acorazado.
Mentira
por mentira esta es mejor que fabricar armamento que luego el diablo las carga.
O el trío de las Azores que es peor.
FRANCISCO MOLINA. Año 2004 en La Opinión de Zamora
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