sábado, 1 de julio de 2017

Lola Galache Riesco


Hablemos de Lola (Galache).

Bien  es verdad que ella fue descrita en el escrito que  dedicamos a su gentil esposo Don Ezequiel Hidalgo; pero dado que ambos (el matrimonio) son los que tuvieron a bien reunirnos en estas geniales versiones (edades del hombre) desde la de Zamora en el año 2001 (¿15 sesiones ya?), y que entre sus tareas entra la de viajar con antelación al lugar, probar los potenciales manjares, sacar las entradas y servirnos la mesa, bien merece que ampliemos su imagen.

Sigue pues un  Apéndice sobre Lola Galache”. Su verdadero nombre es María Dolores Galache Riesco.

La presentamos como un “apéndice” de Ezequiel, no porque no llegue a ser su “costilla”; sino por todo lo contrario.

Ezequiel no existiría si no es por Lola.

Es decir, es Ezequiel quien es un apéndice de Lola. Voluntario y glorioso, pero LOLAdependiente.

Lola y Ezequiel se conocieron por inmersión. Sus familias eran tan amigas y comunicativas, que ellos, salvo por la diferencia que pueda haber en años, crecieron al unísono, y si no compartieron cuna y chupete fue por higiene, que no en vano procedían de familias de médicos, y menudos son los galenos para esto.

Y si del roce nace el cariño. Y si del buen humor de él nace la alegría, y si de la buena imagen de ella nace la felicidad; ya sabemos todos cómo nació su amor.

Y tan grande amor es, que Ezequiel no tiene ojos más que para ella; y tan grande el amor es, que Lola, que pudo elegir, eligió ser “mater amantísima”, tal vez en honor a aquella que acompañaba de niña en procesión, pero sobre todo en acto de superior inteligencia:

“¿Y si me quedo en casa, soy la jefa de mi misma, la capataz de mis hijos, el enlace sindical de mi marido, y el trabajo consiste en hacer felices a los que me hacen feliz?”

Y dejó la facultad, exactamente cuando había que dejarla. Y enseñó los números a sus hijos y las letras al banco; y fue subiendo por los escalones de un cielo que está en esta tierra.

Rodeada de cariño, de caricias y de cultura, a estas alturas de su vida puede cantar ¡¡¡BINGO!!

Por eso le queda fuerza y fuerza toma, para, emparejada con su pareja, querer a todos: a sus hijos por supuesto, a sus nietos y familia, por menos supuesto, y a sus amigos, por supuestísimo y de propina, de buena propina.
Tanto que, ambos, Lola y Ezequiel,  nos organizan encuentros (Edades del Hombre y Bellezas de Mujer;  como la de ella).

Quienes tienen perro afirman que son mejores compañeros que las mismísimas personas, por eso tal vez Lola confunde la maravillosa simbiosis que constituyen Ezequiel y ella, como algo que supera la relación perro y amo, y por eso lo saca todas las noches a dar  largos y apresurados paseos, con la disculpa de bajar grasas y subir satisfacciones.

Conoce la vida de los suyos como la palma de la mano; y a nosotros nos tiene en la palma de su mano, por lo encantadora, bonita, acogedora, entrañable y afectiva que es.

Nos tiene en palmitas; porque es tan dulce, familiar, buena amiga y cariñosa, que tal vez ya no sepa distinguir a los suyos de nosotros; a los de su sangre de aquellos por los que, por amistad, daría su sangre.

Con el título de exactas hizo exáctamente lo que había que hacer, convertirse en una gran persona, hacernos mejores personas, y convertir nuestro grito de cariño en un “¡¡¡Maravillosa Lola!!!”.

Gloria a ti, dulce amiga.

Paco Molina. Edades del Hombre de Cuellar. 1 de Julio del 2017


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