sábado, 9 de julio de 2016

CHARO García-Cañedo Fernández y JAVIER Prieto Santiago

A nuestros amigos CHARO Y JAVIER

En realidad, por orden de aparición en escena, dentro de este grupo que somos, deberíamos decir, Javier y Charo. Pero dicho al revés, aparte de permitirnos quedar como unos caballeros, nos permite acercarnos más a la realidad.

Porque Javier encontró en Charo la diosa a la que todos los hombres quieren adorar, incluso subiéndose al altar como un golfillo, melenudo y despeinado.

Pero permitid que ya que procedemos todos de la época del NODO, ponga uno, antes de ir con la película.

Mi pediatra, Don Julio Prieto, era el padre de Javier. Y yo lo veía como esa persona que vivía en una casa especial, ¡¡con acerón!! (algo único y exclusivo). Que me salvaba la vida cada vez que caía malo, y que estrenó una máquina de Rayos X, cuando era un lujo para los pacientes ser penetrados por esa mirada profunda que averiguaba tus males.

Pasado el tiempo Don Julio tuvo la feliz idea de que cumplida mi edad de cliente a la fuerza, pudiera seguir yendo por la consulta si mis padres querían.

Y mis padres como me querían, quisieron. Entré así en la incipiente aunque lejana pubertad, y recuerdo que cuando acudía a consulta, mientras hablaban los mayores, una elegante enfermera (todo lo que tiene que ver con la casa y la familia de Javier era, y es, de una elegancia material pero sobre todo espiritual y moral, para quitarse el sombrero e inolvidable).

Bueno, pues como decía, una elegante enfermera, de gran delicadeza y humanidad, ordenaba y verificaba que dejara mi escuálido torso desnudo, para que quedara a merced del frio fonendoscopio, o de la helada pantalla del aparato de rayos X, pero nunca me ponía inyecciones,  ocurriendo, en todos esos procesos, que mientras mi médico fue Don Julio, para suerte mía (y supongo de todos), nunca tuve la sensación de que iba a una consulta, de lo natural y reconfortante que resultaba aquel ambiente... ¡Qué lejos está el pasado! 

De tales visitas además, y luego de siempre (La cafetería del Templete, La Avenida, el Redondel, Santa Clara, el Café Lisboa, etc.) recuerdo el recuerdo de Doña Araceli, la madre de Javier. Otra persona maravillosa de su entorno, señora elegante, atractiva, afectuosa, fantástica, sencilla y con porte a la vez. Retengo en mente que formaba una pareja ideal junto con Don Julio.

Por todo esto que os cuento comprenderéis que yo viera en Javier un ser especial, con una suerte loca, y al que encima los dioses le habían dotado de una facilidad prodigiosa para jugar al fútbol.

Era tan bueno como jugador, que casi siempre, cuando teníamos que “echar a pies”, para configurar los equipos que iban a enfrentarse, él era uno de los dos, entre, a veces, 40 chicotes, que tenía el derecho y el privilegio de conformar grupo, elegido entre todos por ser uno de los dos mejores.

“Lo echamos a pies, que elijan Javier y….” era la frase típica.

Y tras el NO-DO la película. Título:

RECONQUISTA EN EL HOSPITAL: Historia de una pasión

Reparto Especial, de los grandes artistas del momento (cumplen 40 años de matrimonio): Charo García-Cañedo Fernández y Javier Prieto Santiago.

En un hospital de Oviedo, de cuyo nombre no puedo acordarme, un jovencísimo médico, se fija, como quien no quiere la cosa, pero la quiere, en una encantadora criatura que está a punto, o acaba, de obtener la categoría de enfermera y por el ambulatorio deambula.

Por el título podríamos pensar que estamos ante una película porno, pero ni hablar (aunque en esto del sexo no pongo yo la mano, ¡¡ni por Javier!!).

También podríamos creer que nos hallamos ante el típico lio de faldas y batas de un centro médico, (el médico y la enfermera, o la doctora y el camillero) pero ni hablar, que ni Charo, ni Javier estaban casados, ni con otros, ni entre sí.

El titulo, “Reconquista en el Hospital: Historia de una pasión”, es porque nos tenemos que retrotraer a 1973, para imaginar, a estos dos entrañables tortolitos, una vez conquistados uno a la otra y viceversa (RE conquista), enamorándose a cada encuentro, destrozándose a cada beso, emocionándose a cada viaje, derritiéndose de amor a cada arremetida de amor.

Pasión limpia eso sí, que el amor es el mejor KH-7 que existe. Pero al fin y al cabo, pasión. Y tan grande y complicada, como fue la mismísima, reconquista.

Charo, aún apenas estrenada la veintena, ya tiene ese aire típico de La Asturiana. Me refiero al anís, que si, sí, muy dulce pero te emborracha: que el anís de esta asturiana tiene mucha graduación: por guapa, por inteligente, por simpática, por divertida, por prohibida, y porque su envoltorio, como la botella misma que envuelve al anís, permite hacer el acompañamiento de cualquier canción, y a Javier le permite lograr el mejor acompañamiento posible de la canción de su vida: Que Charo le acompañe siempre.

Javier reúne las 4 virtudes del caballero: Inteligencia, Decisión, Formación, Ternura. Y además es tímido.

Pero: Fíate tú de los tímidos. El tímido es un “prudente contenido”, y como tal, Javier que algo lo fue, dado que es un gran profesional especializado en endocrinología, en un ataque voluntario de hormonas, convence a Charo de que hay que casarse: “Que ya está bien de querer  estar todo el día juntos, y no estarlo”.

Así que, después de un viaje a Zamora, al enlace de Mabel y Ramiro, al que acude solo, y verificar las ventajas y desventajas de lo que es la ceremonia llamada “boda”, nuestro hombre vuelve a Oviedo y en apenas tres semanas, y tras tomarse otra botella de anís la asturiana, o sea de comprobación diaria y casi horaria, de que sin Charito no puede vivir, ¡¡toma una decisión!!.

Y tras verificar ella que tampoco puede vivir sin su enamorado galán, que en los huesos, en vez de tuétano, solo tiene amor por ella, tipo de paciente que, durante la carrera, no le habían dicho  que se diera, ¡¡toma una decisión!!.

Han comprobado ambos todo lo comprobable, así que: Deciden casarse, y aunque el novio pone una extraña condición, la novia experta en el asunto por razones de su especialización sanitaria,  se dice: “Este chico vale un RIÑÓN, así que, ¡qué me importa la excomunión!”.

Tachín, tachan, tachín, tachan. Y ¿decidme si esto no es pasión, y además pasión desbordante que todo se lo lleva por delante?.

Así que, deciden, en el año 1976, ¡¡¡¡casarse en secreto!!!.

Increíble, siempre consideré que el diminutivo cariñoso que le atribuimos a nuestro amigo Javier, de Javito, era el diminutivo de Jabato, héroe de nuestras infancias. Y este tipo de boda es la mejor prueba.

“¿Queremos vivir juntos toda la vida?” “Si” “¿Y podremos soportar una boda con….. petición, traje de novia, degustación del menú, lista de invitados, etc. etc.?”. “No corramos el riesgo”

Y la bonita Charo, la única hija (que no “hija única”, aunque si es “única ella”) de una familia perfecta, y el enamorado Javier, hijo varón de una familia perfecta, se unieron en matrimonio en una Iglesia que en homenaje a la Teoría del Caos, estaba en la Plaza de (la) Gesta.

Encima la gesta se gestó con un aviso del Señor (el Señor para los no iniciados, es Dios) que para que se lo pensaran mejor, hizo que el cura que iba a oficiar el acontecimiento, ni apareciera, y que tuvieran que coger uno de oficio sobre la marcha.

Tal vez desde entonces, ante el patinazo en que pudo acabar todo, Charo y Javier sienten una gran debilidad por el patinaje artístico. Ya que llevan toda una vida rezumando bienestar y dicha, al margen de los sustos que da este valle de lágrimas quieras que no.

Pero menuda “gesta”, también, tener que dar la buena nueva a los padres, por otra parte tan queridos.

“Mamá, que Javier y yo nos hemos casado”.

“¿Javier? ¿Qué, qué?”.

“Papá, que Charo y yo nos hemos casado”.

“¿Qué os vais a casar? Es que no se oye bien este teléfono”.

“No, no, que nos hemos casado”.
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Y qué bien hicisteis ¡¡casándoos!!

Y de la gesta salieron dos niñas preciosas, y cada día más preciosas: Elena y Sara (que aún hoy agradecen, a través de sus ojos, y cada día más, la educación, formación y sensibilidad que les inculcasteis).

Y de la gesta salieron: dos familias felices, las familias políticas, y los nietos y esas cosas.

Pero sobre todo vosotros, y eso es lo que queríamos deciros, habéis acertado tanto y tantísimo, que se os ve y se os disfruta en la cara.

Charo, la gran profesional de mil años de servicio a la patria, y por tanto a la gente, fíjate en que el patchwork (*) de tu vida, es un lujo, como un lujo es tu personalidad.

Sobre la tela de la magnífica instrucción que recibiste en tu casa, de esa magnífica familia que no tuve la suerte de conocer pero me basta ver el resultado en ti, has ido añadiendo piezas a cual más trascedente y definitiva.

Una, el propio Javier, ¡¡menuda pieza!!, a quien recortaste con tu bella cara y cosiste con los hilos de tu alma exquisita.

Tus hijas, que como madre son más tuyas que nadie, y reflejan tu valía, “Si así son las astillas,…….. ¡¡madera preciosa!! ”.

Tus nietos, siempre tan queridos.

El recuerdo de tus padres, tus hermanos.

La inteligencia que se te está ampliando de tanto leer.

Las veladas, al caer las noches, con las manos de Javier cerca, mientras él y todos pensamos. Rica asturianina.

Y he aquí a Javier, el apuesto doctor jubilado, que perfecciona su inglés, ese que tanto recomendó a las niñas de sus ojos y de su vida, al tiempo que aprende a escribir mejor (¿tal vez sus memorias y su cita con Charo en Paris?.)

Porque la luna de miel de estos amigos, amigos, fue bajo los Puentes del Sena (metáfora) y allí, el amor de ambos era tan grande que se contagió a toda la ciudad.

Y entonces, cuando oyen por la radio lo de “¡¡Se sienten, coño!!”, los dos, que son tan bien hablados, deducen que a lo mejor hay que alejarse del mal ambiente.

Pero el 23F de 1981, él está por un lado, y ella por otro, con una niña de 11 meses en brazos, la primera hija de su amor.

Entonces, con la determinación con que Javier calibraba, muchos años antes, si había que driblar a aquel forzudo defensa o  tirar de una vez a gol, ordena:

“Si pasa algo y no podemos juntarnos, nos vemos en Paris, en el Café de los Bellos Recuerdos. No lo olvides. Paris, Café de los Bellos Recuerdos”

En este remanso de paz que ahora son sus vidas, y que merecidamente disfrutan,  Javier, aprovechando que a Charo no le molesta el sonido, ensaya con el piano la canción que resume su vida. “Ne Me Quitte Pas, Ne Me quitte Pas, Ne Me Quitte Pas, Charo”.

No me dejes nunca,…. Charo.

Para cantársela en Paris, a donde siempre volverán.

Charo: Somos vuestros amigos y te pedimos, sin ningún derecho, pero con todo el cariño, que nos pongas en el patchwork de tu vida. Recórtanos como quieras, pero cósenos bien a tus recuerdos.

Javier: Déjanos que toquemos ese piano a cuatro manos, a 24, a mil, manos de amigos que te admiramos, desde siempre y cada día más, por tus cualidades humanas y porque has alcanzado la perfección del macho: ser un completo feminista. 

¡¡Vivan las bodas secretas, y la amistad a gritos!!. ¡¡¡Vivan Charo y Javier!!!.    
Paco Molina. Ciudad de Toro. 9 de Julio del 2016. Celebrando las Edades del Hombre.    Y de la amistad.
  (*) PATCHWPORK: Tejido hecho por la unión de pequeñas piezas de tela, cosidas por los bordes entre sí, con el cual se confeccionan colchas, tapices, etc.


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