jueves, 18 de febrero de 2016

LA VACA QUE RÍE

LA  VACA  QUE  RÍE

Esto de la guerra ha creado tantas susceptibilidades que conviene empezar diciendo que este escrito no se refiere a ninguna persona en particular y si a todas en general.

Mi compa de instituto, el jardinero de la Universidad Laboral, me aclara que con la conveniente poda de un árbol puedes forzarle a éste a crecer hacia un lado o hacia otro, y que si, por ejemplo, quieres que se incline pues utilizas como complemento de la operación una cuerda bien tensada, ¡hale hop! Has domado un vegetal.

A su vez sigue el drama de las vacas locas.

La última en Zamora dio pie para que el ganadero afectado acusara a su proveedor habitual, la célebre cooperativa inaugurada o visitada por el Príncipe de España, como la culpable, ya que según él, sus animales no han comido de otra cazuela, y ello incluso desde que se prohibió condimentar con piensos espongiformes.

Ahora ha surgido algo parecido con una oveja, que ha muerto de espanto o algo más desconocido, y eso también en nuestra tierra.

Así mismo se sospecha que la neumonía respiratoria aguda puede tener algo que ver con los cerdos de criadero, amen que existen datos de pollos como cabras, etc, etc, etc.

Vive dios que lo más fácil es que sea todo esto producto de cosas de los virus, los microbios y otros infames animalitos.

Pero, voto a bríos, que más parece tener que ver con la vida humana a la que son sometidos todos esos seres vivos.

Pues según me entero por mis amigos de Fuentespreadas. Maribel García Muriel y Ángel Vicente, resulta que una vaca (ellos tiene una explotación de leche) desde que nace hasta que muere no conoce toro, o sea no conoce macho.

Pero es que, el acabouse, el toro, el semental, por semental que sea, nace, muere y se reproduce sin conocer hembra, ni vaquita que le rumie.

Deduzco por mi ignorancia si lo mismo les pasa a los pollitos de criadero, a los puercos sin bellota, y a mas y mas animales sometidos a la producción intensiva para que el negocio sea redondo.

Supongo que sí, que así es, que en efecto, si a un animal le quitas la vida sexual da más leche, da más carne, da más dinero a su dueño.

Ahora bien, si eso ocurre con los animales, por que no iba a funcionar  con los humanos, que por muy monos que nos creamos somos animales hasta el tuétano.

Y entonces, si ocurre con nosotros ahí estaría la explicación de por qué nos han robado la libertad sexual.

Resulta así que, a media ración, acabamos siendo más productivos, a rendir mejor, a ser más aptos para el trabajo a destajo e incluso para la guerra.

Que grande la verdad de "haz el amor y no la guerra" como mención de cosas incompatibles.

 Que todo el sistema inventado para que pensemos en lo que hay que pensar producir, trabajar y obedecer, degenere en algunas excepciones como maridos bestias, ataques de locura con crímenes incomprensibles o disponibilidad para matar y morir en combate, no sería más que una imperfección del sistema financiero perfecto.

Que algo le han quitado al humano común de aquello a lo que tendría derecho como animal, lo confirma un dato chocante.

¿Se han fijado ustedes que todos los ricos o dictadores o poderosos, al final emplean toda su capacidad de compra de voluntades para saciar los apetitos de la carne?

¿Se han fijado cómo el paraíso consiste en beber néctar en el cráneo de los enemigos, venganza sublime para el odio que crea la represión y la competitividad, y ello rodeado de valquirias, o sea de sexo?

Cuando se vive contra los impulsos naturales nace la vaca loca, nace la cabra cretina, nace el cerdo imbécil, nace el pollito majareta y la persona boba.

La vaca que ríe se ríe de la estúpida mente humana, que consideramos superior a la de otras bestias y sólo nos sirve para serlo un poco más.

Ser mas bestias matando, de poco en poco, como en las represiones, o de mucho en mucho, como en las guerras.

¡Que encima ordenan otros!


FRANCISCO MOLINA . La Opinión de Zamora. 8 de mayo del 2003

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