Como el Servicio de
Urgencias no conseguía reanimar al Sr. Obispo que seguía muriéndose de risa, se
recurrió al curandero de moda en la ciudad, que recomendó una medicina que en
verdad resultó milagrosa: ¡agua bendita!.
Una vez que el
Obispo se hubo recuperado, una vez que el tonto del pueblo demostró que no lo
era, enseñando un certificado de que había leído su tesis para el doctorado, y
una vez que el Gobernador lo consideró oportuno, éste dijo:
-“Siempre he
manifestado que yo era inocente en este asunto y lo mantengo. Aunque las
apariencias han podido dar la impresión de que entre Andrea y yo hubo algo más
que amistad, no hubo nada más que eso.
Eso sí, una amistad
especial, porque yo era como una celestina de lujo, como un padrino de boda
anticipativo.
Señores, Andrea con
quien estaba liada era con un guardaespaldas.
Si señores, Jacinto,
mi guarda espaldas me planteó un día que estaba borracho de amor por Andrea, y
que si no le facilitaba las cosas estaba dispuesto a contarlo todo.
Yo no se exactamente
¡qué es lo que sabe Jacinto!. Pero si lo
cuenta todo, seguro que nos la cargamos; así que accedí; o sea que mis
encuentros con Andrea, eran encuentros de mi guarda espaldas con la que el pueblo
llamaba mi guarda-pelvis.
Señores estoy harto
de esperarles en la escalera mientras ellos, cómodamente, hacían el amor.
Andrea estaba
enamorada, no de mí, sino de un proletario de orden”.
(Continuará)
Paco Molina de
Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en la década de los 80 del siglo
XX.
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