martes, 11 de octubre de 2016

Fernando Jimenez Mazo, visto por su hija


Nando, Fernando, Papá comenzó a anunciar el año pasado que iba a vivir hasta los 82 años, algunos le mirábamos con sorna y pensábamos que lo decía para provocar (cosa que le gustaba hacer de vez en cuando), pero no, decía que en ese momento ya no tendría que vivir nada más y que esa edad era la perfecta para finalizar su vida.

Con esas contradicciones que tenía, se ha marchado antes, mientras dormía tranquilamente, y nos ha dejado un hueco en el corazón y una maleta repleta de vivencias compartidas.

De pequeño quería ser Director de Orquesta pero la vida le llevó por otros derroteros y se convirtió en un Humanista Crítico.

Sin embargo, orquestó cosas maravillosas, entre las cuales y al lado de otras dos personas maravillosas nos compuso a nosotros, sus hijos y creo que la obra “no ha salido tan mal”.

A nivel profesional realizó su trabajo involucrándose hasta el final de los días, y, realmente lo hizo bien, siendo muchas veces innovador, rebelde con causa…así en los años 80 dio nuevos aires a la psiquiatría infantil y adulta en busca del respeto y la dignidad de las personas, quiso hacer los muros de las instituciones permeables, prohibió la violencia contra cualquier niño del hospital infantil, se preocupó por mejorar la alimentación, etc.

Como Humanista Crítico tenía sus contradicciones: a veces el ser humano le decepcionaba, la sociedad le decepcionaba y sin embargo, los hechos traicionaban su discurso pesimista volviendo al encuentro con los demás una y otra vez con una esperanza encubierta.

A aquellas personas que se acercaban a él y con las que establecía una relación les prodigaba generosidad y afecto, porque cuando era generoso lo era en grado superlativo y cuando te demostraba su afecto, lo hacía sin reparos.

Los y las que habéis compartido con él algunas de esas comidas en las múltiples casas en las que residió, sabed que siempre había un ritual de preparación muy importante y, no era en realidad por “quedar bien” (que no digo que no tuviera también una inclinación perfeccionista), sino por darle al otro, a los otros, todo lo mejor posible a través de un encuentro propiciado por la comida, uno de los mayores placeres de los que disfrutaba en esta vida y que, precisamente por eso, quería compartir con los demás.

Tenía carácter, ese carácter que le permitió perseguir y alcanzar metas a nivel profesional y personal, pero a veces también como decía su madre al estilo del “orgullo de D. Rodrigo en la horca” y eso hizo que se creara enemistades y tuviera desencuentros a lo largo de su vida porque al final, como todos nosotros, no era perfecto sino humano.

Se esforzó y experimentó cambios y entre el negro y el blanco, los dos únicos extremos reales de su escala de posiciones, comenzaron a aparecer los grises, dándose cuenta de que en la vida existe la duda, la incertidumbre…y de que los matices pueden ser también ricos y variados.

Siguiendo con vocabulario de su afición gastronómica, podríamos decir que era un Gourmet.

Un Gourmet para las personas, un Gourmet para los pensamientos, un Gourmet para la vida…

Buscaba ese algo más, vital, entusiasta, curioso, buscaba esa piedra preciosa oculta, esa estrella tapada y fue capaz de proyectar esa inquietud y esa emoción intensa; la necesidad del intercambio de ideas, el uso de la provocación inteligente para despertar el pensamiento, la posibilidad de mantener una conversación serena…

Nos transmitió que el análisis de la experiencia es fundamental y cada vez más necesario para ser libres e iguales y que hemos de afrontar los retos con entusiasmo.

Ya en nuestra infancia comenzó esa misión, existiendo una combinación entre las canciones para niños, “La Internacional” y “El Pueblo unido jamás será vencido”, enseñándonos la letra de las canciones protesta emocionado, que cantábamos a grito pelado sin entender del todo el significado global mientras nuestra abuela rezaba el Rosario a nuestro lado.

Una vez más, provocando.

Tenía una imaginación prodigiosa que le permitía crear unas letras de canciones divertidísimas de la nada o reaprovechar otras fuentes, como cuando de la revista de su infancia Yumbo extrajo los personajes y compuso una exitosa canción que decía: “Don Topete, Gato Chuleta, Don Tortugón, Pato Tontote, Topolino y Don Guarrete”.

Sus dibujos francamente geniales también fueron fruto de ese talento creativo alimentado de tanta imaginación.

Era un buen contador de historias, invención o realidad, era capaz de convertir una historia real en otra historia real paralela sazonada con ironía y mordacidad inteligente, y si tú habías tenido la experiencia real de esa historia sabías que estaba exagerando un poco y que añadía algún ingrediente que nunca fue; y no es que mintiera; es más, esa historia que recreaba era mucho más buena que la verdadera y ¡cómo no sucumbir ante una realidad mucho más sustanciosa!.

Esa imaginación vitalista la aplicaba a todas las facetas de su vida y la aplicó siempre, en el trabajo, en la diversión…no hay que olvidar sus participaciones en el Juego de las Películas en Navidades y las payasadas que se le podían ocurrir, o se inventaba juegos y disparates como el de “El Abrazo del Oso y la Botella Premiada”, del cual desconocíamos el fin pero que nos hacía reír.

En estas últimas semanas, un día en el hospital, quiso que le pusieran un gotero de callos con cerveza: humor imaginativo hasta el final.

Mucho tiene que ver con su pasión por las Artes Escénicas: el teatro, el cine, del bueno eso sí, no olvidemos que estamos hablando de un Gourmet.

Desde que comenzó a hacer teatro siendo un chaval ya se preveía que esto de representar diferentes papeles a conciencia y con buen hacer iba a acompañarle toda la vida, siendo padre, hermano, marido, exmarido, amigo, compañero, colega…

Nos ha dejado un hueco en el corazón y una maleta repleta de vivencias compartidas, sólo tenemos que volcar esa maleta y nuestro corazón se completará de nuevo.

Gracias.

 “Sit tibi terra levis” (“Que la tierra te sea leve).


Su hija Mati.

Zaragoza, 2 de octubre de 2016.

Fernando murió el 30 de Septiembre del año 2016

1 comentario:

  1. Matilde, no te conozco o si, porque me ha emocionado y transmitido mucho con tan elocuente escrito y homenaje a tu padre.
    Los recuerdos son los que permanecen en nuestra memoria para poder rescatarlos siempre y reconfortar. Siento mucho su perdida. Un enorme abrazo y mi mas sentido pésame

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