Una vez que
se ha llegado aquí tal vez convenga recordar cosas importantes.
Conviene
recordar que estamos utilizando una nomenclatura del enemigo y que cuando
hablamos de sexo estamos manejando un término que inventó el Poder para reprimir
el más excelso de los placeres.
Como resulta que el amor lleva dentro, según
los que nos mandan, tanto compromiso, había que inventarse un término
para cuando lo que se tiene entre manos es algo más liviano.
Así pues,
nos dijeron que lo bueno de un encuentro es el amor, y lo malo, sucio y
negativo, el sexo.
Conviene
recordar que aceptamos caer en la trampa de usar esa palabra a cambio de
que se entendiera más rápidamente de qué cosa hablamos.
De la misma
manera, cuando se ha repasado la trascendencia de la familia para reproducir
la escala de valores del Poder, entre ellos la represión del instinto de
placer, hay que recordar que no se está proponiendo renunciar a cualquier tipo
de sentimiento y meter sexo y sólo
sexo en la vida.
Todo lo
contrario, precisamente se están abriendo puertas, con estos razonamientos, a
sentimientos que hasta ahora son perseguidos o indefinidos.
“Como lo
estaba haciendo por sexo no le pude decir , no me fuera a
interpretar mal y se hiciera ilusiones, aunque en ese momento le quería” , he aquí una
frase o pensamiento nada infrecuente entre ligones y ligonas de pro, que puede
estar taponando el que surja algo que ni es amor (por supuesto), ni es sexo
(que ni falta que hace que sea sólo
eso).
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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