Se puede
seguir con el cuadro clínico, aunque ¿para qué?. Es suficiente lo repasado para
entender la desesperación.
Pero por si alguien aún no lo ve claro y dado que en
la pareja la mujer es del hombre, o sea un objeto, imaginen ustedes que
gastan todos sus ahorros y cifran la ilusión de su vida en comprar un coche.
E
imaginen ahora que los coches no fueran objetos inertes, y sí algo con
capacidad para elegir y cambiar de situación.
E imaginen pues que el coche de
su vida y sus ahorros y el orgullo de sus hijos y su seña de identidad social,
y de prestigio profesional, y de tal y cual, que ese coche, coge, y por su
cuenta, cambia de dueño.
¿A que le
entrarían ganas de, por lo menos, rayarlo o pincharle las ruedas, por desleal?
Bueno, pues esa es la absurda violencia generada por los celos.
Violencia que
surge del fondo de un problema cultural y de civilización, querer tener a
otra persona para uno sólo (lo que va contra el imparable instinto de
placer)
Al afirmar
que es comprensible que se quiera rayar al coche que nos ha dejado, no se está
haciendo apología de la venganza doméstica, se está explicando gráficamente
un gravísimo problema (el de la violencia por celos).
Tan arraigado que la
frase:”Si tu mujer se quiere ir con otro, no le hagas nada, ya se lo hará el
otro”, puede ser profética.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Pasco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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