miércoles, 26 de octubre de 2016

LA IZQUIERDA TÍMIDA


LA IZQUIERDA TÍMIDA

“Insaciables, les ofreces
sexo, y dicen que quieren
algo más”

 No se va a criticar a quienes a lo largo de la Historia han luchado por cambiar las cosas a favor de quienes han sido despojados de las condiciones que hacían que esta vida fuera un paraíso, obligándoles a vivir en un valle de lagrimas.

No hay nada que reprochar a quienes han peleado por otro tipo de sociedad. 

Sí se trata, por el contrario, de invitar a quienes actualmente ejercen como rebeldes contra el sistema o a quienes confían en que algún día surja una revolución, para que mediten si lo que contiene este libro puede ser útil a sus intenciones.

Porque lo cierto es que los grandes pensadores e inspiradores de los saltos revolucionarios tenían claro, y escribían claro, que una sociedad radicalmente distinta sería tal que no se parecería a la actual ni por asomo, ni por el forro, ni siquiera dándole la vuelta. 

Sin embargo, a pesar de eso, sus lugartenientes, en el campo de la sexualidad, casi siempre estuvieron hechizados por el orden establecido, y no sólo no quisieron romperlo, sino que aunaron esfuerzos para que, ahí, en lo que llamaban el ámbito de lo privado, todo siguiera igual (como sí eso no influyera en la felicidad o dicha de las personas).

Por tanto, es bueno que se entienda que hay una razón material o materialista (no sólo ética) para asimilar que todas las personas son iguales: 

El teorema de la igualdad es que todos tenemos los mismos instintos básicos: Todo humano quiere sobrevivir y disfrutar el placer del sexo, por eso todos ¡y todas! somos iguales.

Este sencillo mandamiento ordena al sentido común no permitir que ninguna persona pueda tener ventajas sobre otras para lograr estos fines, de manera tal que si así es, eso ha de considerarse una injusticia y corregirse.

Consecuencia de lo anterior, la llamada praxis debe actuar en el sentido de poner a toda la Humanidad a trabajar para resolver esas dos cuestiones básicas. 

Lo cual es tan sencillo y factible que supondría automáticamente disminuir el trabajo obligatorio diario y aumentar la gratificación voluntaria sexual.

Es también trascendente que lo que se llama vida privada, y que por tanto se deja en manos de cada uno, salga como salga, se comprenda y entienda que es algo común a todos y por tanto un problema público, que como tal debe ser tratado.

Trabajar también para que la Humanidad tenga un sólo idioma, puesto que más de uno será muy pintoresco y poético, pero resulta un atraso (prueba de ello es que para la creación de nuevos lenguajes-señales de barcos, numeración, idiomas de sordomudos-se busca uno único y común).

No caer en la pérdida de tiempo, lamentable y aberrante, de defender patriotismos, nacionalismos y localismos que sólo llevan a disputas entre iguales, que alejan de la solución de los problemas fundamentales y enfrenta, unos contra otros, a quienes tienen problemas comunes y sin resolver (“quiero vivir, quiero gozar”).

Defender la  pareja abierta como salida a la situación actual, proponiendo que se retire de las bodas el juramento de fidelidad, obligando a que los recién nacidos lleven como primer apellido el de la madre, invitando a que el protocolo en el hogar pase porque los sitios principales, asientos, presidencias, etc. sean ostentados  por la madre.

Desarrollando campañas contra los celos, al tiempo que se facilitan las relaciones amorosas a una, tres y veintitrés bandas.

No caer en la trampa de los poderosos y sus acólitos, los que se dicen conservadores o de derechas, que quieren hacer creer que los humanos son diferentes unos de otros y también diferentes los hombres de las mujeres, como si ambos géneros tuvieran distinta manera de ser. Nada más lejos de la verdad.

(((Aunque no cabe duda que tras miles de años de estar sojuzgadas ellas, y ellos envalentonados por el poder que da la estructura machista dominante, las formas típicas de reaccionar cada género pueden haber presentado características diferentes. Algo así como si dos tomates hubieran sido colocados, uno dentro y otro fuera de la nevera, que siendo lo mismo parecen distintos. Sin embargo la esencia es la misma; y en el caso de hombres y mujeres esa es (no hay vuelta de hoja) satisfacer los instintos primordiales que como animales tenemos))).

Sí puede Fulano tener diferentes gustos musicales que Mengano, pero eso es una anécdota sin ningún sentido para el asunto político (es decir para el asunto de atajar favorablemente los problemas de todos). 

La esencia de cada persona es que tiene todo en común con la de al lado, y por eso es sociable, y por eso se unen o deben unirse, para ayudarse a sobrevivir, para ayudarse a disfrutar del instinto de placer.


Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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