Cuarto fallo,
la doma de la líbido.
Aquí ocurre
lo siguiente. La familia se convierte en la escuela donde a todos los
descendientes les van a enseñar, no lo que quieren los padres - qué ilusos quienes
hablan de libertad de enseñanza -sino lo que quiere el Poder, esto es, a
domar la líbido.
La líbido es
el concepto que puede darnos referencia de las ganas sexuales que se
tienen, de forma tal que a más libido más ganas, y a menos, menos.
Para el Poder
es esencial esa doma del demonio que
todos llevamos dentro.
Y la familia va a ejecutar ese mandato por la cuenta
que le tiene. Entre otras cosas por la carga familiar.
Es
arriesgado, en este terreno, el no inculcar y enseñar las costumbres del entorno
a los hijos, porque sería como dejarles a la intemperie, en la estacada, vendidos.
Por eso, ojo al parche, se acaban transmitiendo otra vez todos los
sonsonetes, todas las letanías, todos los mandamientos de la ley del no-sexo.
Además, esta
represión familiar cariñosa (si te lo dicen quienes más te quieren
tendrá que ser bueno, porque de lo
contrario ¿en quien confiar si no puedes fiarte ni de tus padres?) siempre ha sido represiva en el sentido que
debería serlo.
Y así, si la estructura triunfante es el machismo, la doma de la
libido de la damita ha de ser más severa que la del varoncín.
Pero la mujer
tiene mucha fuerza ahí abajo y por eso, luego, ya educada y ya adulta, ha de
ser sometida a palo y tralla para que no se desboque.
Nada como la
familia para mantener el control, en este caso de la esposa, que además, si es
madre, debe saber que no puede ser puta (o sea caliente) que si no ¿qué
pensarán sus hijos o qué aprenderán sus hijas?. Tremendo.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario