De repente
aparecen las dudas, los celos.
Por cierto, distinguir los fundados de los
infundados es un error, pues en un caso y el otro, el sufrimiento y las
ganas de dar un puñetazo en la mesa, son iguales.
El encelado sufre
un dolor de espanto. El otro o la otra se va con otro u otra.
¿Qué se
pierde?
Se derrumba el mundo. Desaparece la garantía de satisfacción sexual.
Desaparece la autoestima porque uno cree que no es capaz de arrebatar a otra persona con eso que llaman amor, de que
uno no tiene ese poder especial que permite la conquista como en el cine o
la telenovela.
Baja y se hunde su cotización en bolsa (en la bolsa de los
valores sociales), antes eras bien mirado, incluso te creías que podías
producir algo de envidia, y ahora, algún defecto van a pensar que tienes si
te dejan por otra persona.
Además, todo aquel milagro de la competitividad
resuelta (yo soy el primero para ti, tú eres la primera para mí, los dos
somos los primeros) estalla en mil pedazos, hay otro u otra que vale más
que tú, que tiene más seducción,
capacidad de atracción y fuerza que tú, que a lo mejor es que no falla en la
cama en eso que tú creías que fallabas.(“¿En qué he fallado?”- se pregunta el engañado).
Resulta que
quien ha dedicado toda su vida (toda su energía) a una persona, ahora se
ve abandonado, o no querido por alguien por quien uno sacrificó tanto.
Para empezar,
el celoso sacrificó su vida sexual (tuvo otras tentaciones y las dejó
pasar, o peor aún, no las disfrutó, y por eso no quiere perder a quien tanto
le llena) y ahora le dejan solo.
A una edad o en unas condiciones en que se
siente en desventaja para competir de nuevo buscando pareja. Invirtió también
gran energía (invisible pero que supuso esfuerzo) en acoplar costumbres.
Además,
ante los hijos, si los hubiere, ante quienes todos los padres quieren ser
dioses, pierden el halo de supermanes.
Siguen los agravios, porque el hombre no
puede soportar que el vencedor sea otro macho (es la continua guerra de la
competitividad, la confrontación y el yo soy el mejor).
Se ha perdido un
partido que, encima, el ofendido se cree que es “el partido de la vida”.
Si se trata
de mujeres, además, se sienten colgadas en lo económico (“Me dejan sola ¿Cómo
saco ahora adelante a estas criaturas?”)
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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