Pero vamos a
ser más valientes en nuestra exposición.
Invitamos a suponer que aún estamos en
esta sociedad enfermiza (sometida como está a leyes contranatura por todas
partes menos por una llamada libertad, que no existe).
Pues bien, respondan
ustedes a lo siguiente.
A una mujer o
a un hombre le acaban de dejar.
Imaginen la versión más dolorosa de un
abandono, de esas que hoy en día llevan a las mujeres al psicólogo por
depresión y a los hombre a una violencia o dolor inusitados.
Pensemos que
la sociedad sigue siendo igual, pero ha decidido, para acabar con la violencia
doméstica e incluso con los gastos clínicos que ocasionan los celos, abordar el
problema.
Y, lo más sorprendente, supongamos también que han caído en la
cuenta de que con medidas policiales y jurídicas no se está atajando el drama
de los crímenes domésticos.
Dentro de
este contexto, sigamos suponiendo que se ha descubierto, por estudios de los
expertos en sexualidad o los psicólogos o quien sea, que los celos se consigue hacerlos
desaparecer, o mitigarlos en gran medida, si se aplica el siguiente
tratamiento.
Consistiría
éste en que cuando alguien se declarara abandonado (celoso perdido) se
le proporcionara todo tipo de ligues, poniendo a su disposición (¡el Estado!)
hombres o mujeres o mezcla, en la cantidad y calidad que el enfermo
demandara para así compensarle de la pérdida tenida.
E imaginemos más,
supongamos que ese tratamiento durara todo lo que el cornudo quisiera.
¿Creen ustedes que daría resultado?.
Ah ¡qué están
pensando que en ese plan todo el mundo querría ser cornudo!
Exacto. Porque esa
es la solución.
Pero no en medio de una sociedad desquiciada, sino en otra en
la que por ser abierta, libre y sana, ni se llegaría a la situación de celos.
Porque, en
esa sociedad, ¿qué has perdido si te dejan?
Nada; pues aunque tu pareja
reuniera las mejores virtudes sexuales del mundo, tú, con la facilidad de
acceso a otras personas libres, volverías a lograr encuentros igual de
estupendos.
Aparte de que si alguien vale por diez, con estar con once a la
vez, batalla ganada.
"Si
todas las religiones
son
verdaderas,
lo
verdadero es que
todas
son falsas"
"La igualdad de la
mujer en el matrimonio
es como la
del obrero
en la empresa"
Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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