Y sobre todo,
el fondo, el núcleo duro, el infierno y la barbarie de cada civilización,
consiste en que toda educación (no confundir con Enseñanza, que sería la
trasmisión de una generación a otra de los conocimientos útiles para la
supervivencia), toda educación decimos, se basa en dos ideas primordiales:
Anular el
instinto de placer. Anular el instinto de supervivencia.
Ambas así y
en ese orden.
Sí, porque es fundamental que el ser humano pierda la ilusión por
el sexo, por el placer que su práctica proporciona, para que así, aburrido
de la vida, sea más fácil manejarlo para llevarlo a muertes absurdas.
Siendo el
caso más extremo, pero resultando una buena caricatura de los demás, el de los
guerreros suicidas, que existen desde que estamos civilizados, y responden
perfectamente al retrato-robot de lo que es el doble lavado de cerebro, hecho
para anular el instinto de seguir vivo y el de querer gozar de la sexualidad.
Esa es la barbarie
de todas las civilizaciones que quedan, en realidad la misma: Controlar
nuestros instintos básicos de placer y
supervivencia, para que no seamos animales felices, y que prefiramos ser, y con
orgullo, seres superiores, a base de llevar una vida inferior.
Siendo por
eso fundamental para el Régimen que se valore más lo malo que lo bueno; el
sacrificio y la renuncia más que la ternura y el placer compartido; la
competencia más que la ayuda mutua; el sálvese quien pueda más que la
solidaridad material y sexual extendida a todas las gentes, sin límites de
belleza o riqueza o salud o enfermedad.
Del libro LA ESTFA SEXUAl de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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