Tercer fallo,
la pesada carga familiar. Estamos aquí ante una expresión conocida, la de la
carga familiar. No hace falta pues explicarla. Sí merece la pena ver sus
efectos.
El sacar a la
familia adelante se torna pronto en una tarea que va a absorber casi toda la
existencia de los cónyuges.
Y así, a partir de la asunción de esa noble
tarea, todo va a venir rodado, a favor de los poderosos.
El
trabajador, poco pagado, se lo pensará dos veces antes de protestar, no vaya
a quedarse sin trabajo y no tenga para dar comida y estudios a sus hijos.
Por lo mismo, el interés económico va a ir ocupando cada vez más espacio en la
mente de la pareja, en desventaja del interés afectivo- sexual, que fue el
motivo de la constitución de esa nueva familia.
El dinero se mete en la
cama, y los enamorados de antaño tienen un nuevo amante, inconfesable.
De
hecho no se lo confiesan el uno al otro, pero ya es el placer de recontar y
manosear el dinero más placer que el
placer. (El dinero se manosea adquiriendo cosas manoseables, vulgo consumo).
La carga
familiar
hace también que los instintos de supervivencia y placer pasen a estar al
servicio del Capital o del Poderoso de turno, porque ya no sólo tienes que
cuidar tu vida, tienes que salvar la de todos los tuyos, con lo que
estás obligado a respetar las normas, por demenciales y absurdas que sean, de
la Sociedad en la que estás (atrapado).
¿Y del
instinto para buscar placer? Olvidémoslo. Al final el placer es trabajar,
la persona ha sido castrada y ya no siente.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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