El caso de la ducha fría. Capítulo
23. La cuerda del cuerdo.
La Tierra está
girando continuamente pero nada se inmuta; posiblemente porque, aunque gira
insistentemente, lo hace sobre el mismo eje.
Y una vez más, el
barro y el lodo de la Tierra, subió de
nivel en una pleamierda, es decir en una pleamar de excrementos, que
inundó a todos.
Bastó que Bo Derek, que tras ajustarse un vestido de seda blanco y traslúcido, o sea, de esos que hacen
perder la lucidez a los que van detrás; avanzara hacia Jacinto, para que éste
se parara petrificado –ni un paso más, ni una bobada más, ni un gesto más, y
bastó que la proximidad de la diosa del celuloide permitiera apreciar que aquel
traicionero modelo era lo único que portaba, para que un hombre que había
enloquecido ante la muerte de la mujer que amaba, recobrara la razón, recobrara
el sexo y recobrara el egoísmo de la especie.
Andrea había sido
desplazada del corazón de Jacinto por otra mujer, y el que esta fuera Bo Derek
no destroza la conocida evidencia de que los hombres son egoístas, triviales y
mezquinos, mientras que las mujeres son todo lo contrario, de lo que ellas
querrían ser.
Además de esta
evidencia de carácter filosófico, otra cuestión palpable en este asunto, es que
los productos americanos tienen mejor acabado que los nacionales.
Alojados en el
Parador Nacional, Bo Derek y Jacinto, en la misma habitación donde se había
hospedado el Presidente del Gobierno de África del Sur hacía 19 años, la bella
Bo, en un impecable inglés, recordó al superintendente que la había acompañado,
que en el contrato, en la letra pequeña, se aclaraba que no practicaría el
coito.
La sonrisa con la
que respondió el superintendente al cerrar la puerta y dejarla dentro de la
habitación con Jacinto, no se puede comparar con la sonrisa de Jacinto al ver,
a aquella escultura en carne, hacer el gesto típico para sacarse el ajustado atuendo
por la cabeza.
Jacinto sonreía como
un loco, pero ahora su locura era la locura del cuerdo, que es la que no
necesita cuerda.
Jacinto ya no estaba
de atar, pero Bo Derek, en impecable inglés, pensó:
-“A ver quien sujeta
a éste”.
(Continuará)
Paco Molina de
Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en la década de los 80 del siglo
XX.
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