Cuando el forense
llegó a la casa de autos, casa que conocía debido a la amistad de toda la vida
entre ambas familias, la de Andrea y la suya; recordó aquella tarde de
bochornoso verano en que había tenido que auscultar a la hija de los señores
del chalet en que pasaba el día.
Aquella niña había estallado
en adolescente-mujer ante sus propias narices.
Desde entonces, cada
vez que veía a Andrea, que era la auscultada, el fonendoscopio se le ponía a cien.
Al entrar en el cuarto
de baño y ver el arrugado cadáver de la chica, pensó que en este mundo todos
debíamos ser cartujos, porque la verdad es que la vida está llena de sorpresas,
hasta el punto de que no sabe uno a que CARTUJA quedarse.
Por lo demás, el
diagnóstico estaba claro hasta para un mal estudiante de medicina: “Muerte por
golpe seco en la ducha”.
Días después de tan
infortunado acontecimiento, el forense recibió distinta ofertas de las mejores
marcas de jabón del mercado; ofertas con las que se le tentaba a cambio de que
no difundiera la marca de la pastilla que había pisado Andrea antes de dar el
peor patinazo de su vida.
Nuestro hombre se
sintió importante ante tanta solicitud de su persona, y estirándose, arrojó
lejos de si el periódico que había tenido entre las manos, apareciendo visible,
allá en el suelo, el titular del día: “Las vacaciones del Presidente del Gobierno
van por buen camino”.
En esto sonó el
timbre carillón de la puerta.
“Vaya la señorita
Avón”, musitó el forense.
Lo que no sabía él es
que se trataba de la policía.
(Continuará)
Paco Molina. Emitido
en Antena 3 Radio en la década de los 80 del siglo XX.
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