Si se había
dicho que los celos son el resultado de varias pérdidas simultaneas, como son
la pérdida de estima social, la pérdida de poder económico, la pérdida de
afectos, la pérdida de autoestima, la pérdida de imagen y la pérdida de la
ración garantizada de sexo ¿por qué nos atrevemos a centrar sin embargo todo el drama en la
cuestión sexual?
Porque,
esencialmente, los celos se dan en relaciones de amor, es decir en relaciones
donde si el sexo no funciona, no funciona ni siquiera lo que llaman amor los
expertos (esos expertos que son capaces de distinguir libertad de libertinaje,
erotismo de pornografía y un aspirador de una aspiradora).
Repasemos qué
ocurre en los casos en los que ya no hay sexo en la relación, y donde, sin
embargo, los afectados dicen que aún hay amor.
Hablamos de
esa etapa de la pareja que tan bien describen ¡sobre todo las mujeres!.
Cuentan
“Que ya se sabe, que las relaciones intimas van variando a lo largo de la
relación. Que al principio son más apasionadas o fogosas, y que luego se van
aplacando dando paso al cariño; para que al final sea la amistad la que culmine
una vida de dedicación”.
Si tenemos en
cuenta que hablamos de una relación del tipo de las que han funcionado bien,
contada por sus protagonistas, vemos lo horroroso que resulta aceptar que la
vida sexual se ha esfumado y se ha sustituido por el cariño, con todo lo
que ello supone de renuncia a una fuerza esencial durante importantes periodos
de la existencia
Bien, pues en
estos casos, de darse una separación, veremos que la reacción del abandonado
tiene mucho más que ver de lo que parece con el sexo (que estaba aparentemente
ya enterrado).
Sí, porque, aunque en sus celos van a intervenir todos los
factores que, para abreviar llamaremos social-económicos, vuelve a surgir, como
un huracán no previsto, el asunto sexual.
Ese resurgir
se puede percibir si prestamos atención a la frase “¿Y me haces esto a mí que te he dado lo
mejor de mi vida?”.
Si
profundizamos en la expresión esa, tan frecuente y común que se puede
considerar universal, vemos que en realidad lo que dice sin decir
es “me dejas cuando me quedan por vivir
los peores años de mi vida”.
Pero, peores
¿por qué?, debemos preguntarnos.
Sencillamente, porque la persona abandonada no
se ve con fuerzas para empezar la ardua lucha por el sustento sexual de nuevo.
No se ve con fuerzas para buscar sexo, porque si siempre es difícil en este
tipo de sociedades, más lo es a ciertas edades.
Ni se ve tampoco con fuerzas
para ofrecer sexo como el que estima que la gente quiere (A nadie se le ocurre
pensar que una solución es la prostitución- pagar por sexo- porque todo el mundo quiere tener sexo de
verdad, del bueno).
La sensación
de impotencia para encontrar una nueva pareja tiene sobre todas las cosas más
que ver con la pérdida sexual que con las otras pérdidas.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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