La pseudo
recuperación económica, en el sentido de que afecta poco al pueblo, parece
efímera y ha instaurado la neo-esclavitud (tener trabajo y no tener dinero) se
debe en España a varios factores:
Uno, el vertiginoso
incremento del turismo, que al convertirse el mundo exótico, e incluso algunos países
ricos, en focos de terrorismo, guerras e inseguridad, ha convertido a nuestro
país en un destino apetecible.
Dos, la bajada de
los precios del petróleo, cuestión fundamental dada la tremenda dependencia de
España de ese tipo de materia prima.
Tres, la burbuja de
los emprendedores, o el hecho de que muchos padres hayan roto la hucha para
ponerle a sus descendientes un negocio como autónomo, lo que, les vaya bien o
no, supone una serié de inversiones y gastos (adecentamiento del local,
muebles, luminosos, pintura, alguna contratación, etc.) que mueven la economía
(promoviendo el consumo).
Y cuarto. Este
último factor del respiro macro-económico, puede deberse a la emigración
cualificada.
Ello por dos
razones, la primera porque los hijos con titulaciones universitarias o
conocimientos de especialistas, al irse, ha supuesto un alivio para su país y
sobre todo un desahogo para sus familias.
Quieras que no, un
hijo en paro y en casa, por muy premio Nobel que sea, supone para los padres
una carga económica que al desaparecer, no sólo resuelve el problema del futuro
del titulado, sino que libera importantes cantidades de dinero de los padres
para el consumo.
Y es a este punto,
del fenómeno que podemos llamar “emigración de lujo”, a donde queríamos llegar.
Cuando nació
PODEMOS, y las encuestas informaban de su excepcional aprecio y simpatía,
comunicaban también otro detalle, preocupante para el Poder y sus servidores,
los partidos conservadores.
Amplísimos sectores
de la clase media alta (familias adineradas, matrimonios de profesionales
cualificados, etc.) y por tanto con una cierta tendencia al conservadurismo,
estaba en pie de guerra e indignación, porque mientras sus hijas e hijos se tenían
que ir al extranjero con sus títulos debajo del brazo, los causantes del drama,
o robaban o se dejaban corromper con descaro y sin castigo.
Ello hizo que
hubiera que crear (por quién Podía) un partido como Ciudadanos con urgencia, un
partido en el que pudieran militar o tener puestas sus complacencias, los
conservadores indignados.
El “efecto cabreo”
en familias con hijos titulados en el extranjero, era tan evidente que incluso “UNIDOS
Podemos”, basó su campaña electoral en la carta de “Esperanza”, una española
sobradamente preparada que escribía a sus padres subrayando la locura y la
tristeza que suponía para un país dejar ir a sus profesionales más documentados
a servir a otras patrias, y alejándolos de sus familias.
Pues bien, lo que
con este escrito se invita a meditar, es que el asunto citado ha cambiado de raíz.
Los padres, y sobre
todo las madres, que veían con angustia la fuga de cerebros y de seres
queridos, porque afectaba a sus vástagos, y se les iban lejos, y tenían nietos
que hablaban otra lengua, esos padres y madres, ahora se sienten orgullosos de
sus hijas e hijos.
Y cuentan con
satisfacción, que han venido, pongamos de Australia, donde María, la hija
querida, está de Ingeniera de Puertos, y donde los nietos les piden a la yaya y
al yayo, que les enseñen español cuando van a verlos.
Esa fuga de cerebros
(expulsados de su patria por el sistema económico injusto y la política
chapucera de la corrupción) va a ser irreversible.
En el extranjero los
empresarios respetan los contratos que firman; los profesionales, si son buenos
y competentes, son tratados como tales, y además la vida (salvo el sol y la
sangría) es más civilizada que aquí.
Por lo mismo, los padres,
al ver las ventajas materiales que tienen sus hijas e hijos; el modo de vida
del país receptor, y el verse ellos mismos obligados a conocer mundo, están felices
y orgullosos, como así lo manifiestan en sus regresos tras las visitas obligadas
por el cariño.
Y encima ya no tienen
la carga familiar de los hijos en paro y del master tras master, todo lo cual
mejora de golpe su calidad de vida y el consumo.
Paco
Molina. Zamora. 10 de Octubre del 2016.
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