Puestos todos
a ello, todo vendría de corrido y sería más fácil de lo que parece. Pero hay
que arrancar. Y para eso habría que pasar a la estructura de pareja abierta.
Familia o
pareja abierta,
como se prefiera formular, aunque conservando de entrada el ajuntamiento de
dos, por si resultara que esa estructura tuviera algo bueno que no se sabe
lo que es; pero que sí se sabe que es incompatible -tal y como hasta ahora está
concebida la institución- con el instinto de placer, dado que se ha planteado
hasta ahora como pareja de propietarios, cada uno del otro.
La
familia-abierta surgiría de normas como suprimir el juramento de fidelidad,
combatir el producto cultural que son los celos, establecer para las personas
ingresos y sueldos por el mero hecho de existir y no por conceptos derivados
como el ser viuda o viudo o huérfano de.....
Habría que
promover la venta de medicinas o
productos de los que favorecen las prácticas sexuales. No vale la actual
excusa de que producen efectos secundarios. Hay infinidad de productos
medicinales que pueden causar peores efectos secundarios y su venta sin receta
está permitida.
De todas
formas, el mero hecho de entrar en una era diferente y no represiva favorecería
cualquier cambio de una manera espontánea y positiva.
Eso sí sería nadar a
favor de corriente.
Las gentes empezarían a ser felices con rapidez, ya que
toda la presión social apuntaría hacia el hecho de facilitar la
satisfacción de los instintos primarios
básicos. Sería como empujar el agua río abajo. Tarea fácil y divertida.
Estamos
defendiendo lo que podemos definir como familia abierta, en cuanto que
se parecería al modelo actual, pero con otras normas que en modo alguno la
asfixien. Sin tener que preocuparse mucho por ver cómo se organizaría la cosa,
pues no se olvide que esa sagrada institución es de muy reciente aparición en
la vida de los simios humanos.
Surgirán
algunos interrogantes para quien esto lea.
Tal vez se pregunte: “Pero la
familia abierta ¿supone que cada uno, en cuestión de sexo, puede hacer lo
que quiera; irse con otra gente, aceptar proposiciones de alguien que no sea el
cónyuge, traer amistades a casa, irse temporadas de ella, etc?”.
Por
supuesto que sí.
Y por si
alguien piensa que eso hará que todo se vaya al garete al momento, sépase: De
ser así tampoco tendría mayor trascendencia.
Pero es que seguramente no
ocurriría eso con la frecuencia que se supone, porque además, autosincerándose,
sabes que cuando tu pareja te la pega la primera reacción es la de lamentarse
por las ocasiones que uno perdió en pos de la fidelidad, o del sacrificio
que uno o una realizó durante toda su vida para que aquello funcionara como
Dios mandaba.
Por tanto, sabiendo el otro que cuando el uno
quiera jugar él también puede hacerlo e incluso pueda ser él y no
el otro quien ya se buscó la vida; ante eso, que compensaría cualquier otra versión de fidelidad (o sea de
renuncia y sacrificio), no hay duda de que todo funcionaría mejor.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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