Segundo
fallo, la infelicidad.
Si la pareja ya está rota pero se mantiene, hasta
los más pequeños respiran una angustia que si, como todas, son llevaderas,
también, como todas, va generando violencia, odios y envidias. En fin ¿qué
decir de esto?.
Esta
situación se da además en tantísimos casos, en que ya la pareja sabe de su
fracaso (lo haga evidente o no dentro de las cuatro paredes de la casa), que
debe ser considerado un problema social digno de tenerse en cuenta.
En el caso de
la sacrificada esposa (término ya acuñado de puro real) la
infelicidad no es un término ambiguo, es algo que se torna en un sufrimiento
manifiesto:
En el mejor de los casos sacrificio ofrecido en el altar de los
hijos y por los hijos. (“Si no fuera por los niños...”).
Y en el peor, la
violencia doméstica- siempre soterrada - puede hacerse visible, contante
y sonante, con todo lo que ello supone.
Pero el marido no se libra. Cogido en
un cepo, se torna violento compulsivo, con una agresividad que puede surgir de
la más nimia de las discusiones (biombos de un odio inconcreto) y llegar a la
más cruel disputa por celos, disputa que tiene su raíz no en que presuntamente
su mujer se vaya con otros, sino en que él, no es libre y no se puede ir
con otras.
La vida se pasa, se intuye su paso y allí no pasa nada.
DEl libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
DEl libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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