jueves, 20 de octubre de 2016

Capítulo 23. La cuerda del cuerdo.

El caso de la ducha fría. Capítulo 23. La cuerda del cuerdo.

La Tierra está girando continuamente pero nada se inmuta; posiblemente porque, aunque gira insistentemente, lo hace sobre el mismo eje.

Y una vez más, el barro y el lodo de la Tierra, subió de  nivel en una pleamierda, es decir en una pleamar de excrementos, que inundó a todos.

Bastó que Bo Derek, que tras ajustarse un vestido de seda blanco y traslúcido, o sea, de esos que hacen perder la lucidez a los que van detrás; avanzara hacia Jacinto, para que éste se parara petrificado –ni un paso más, ni una bobada más, ni un gesto más, y bastó que la proximidad de la diosa del celuloide permitiera apreciar que aquel traicionero modelo era lo único que portaba, para que un hombre que había enloquecido ante la muerte de la mujer que amaba, recobrara la razón, recobrara el sexo y recobrara el egoísmo de la especie.

Andrea había sido desplazada del corazón de Jacinto por otra mujer, y el que esta fuera Bo Derek no destroza la conocida evidencia de que los hombres son egoístas, triviales y mezquinos, mientras que las mujeres son todo lo contrario, de lo que ellas querrían ser.

Además de esta evidencia de carácter filosófico, otra cuestión palpable en este asunto, es que los productos americanos tienen mejor acabado que los nacionales.

Alojados en el Parador Nacional, Bo Derek y Jacinto, en la misma habitación donde se había hospedado el Presidente del Gobierno de África del Sur hacía 19 años, la bella Bo, en un impecable inglés, recordó al superintendente que la había acompañado, que en el contrato, en la letra pequeña, se aclaraba que no practicaría el coito.

La sonrisa con la que respondió el superintendente al cerrar la puerta y dejarla dentro de la habitación con Jacinto, no se puede comparar con la sonrisa de Jacinto al ver, a aquella escultura en carne, hacer el gesto típico para sacarse el ajustado atuendo por la cabeza.

Jacinto sonreía como un loco, pero ahora su locura era la locura del cuerdo, que es la que no necesita cuerda.

Jacinto ya no estaba de atar, pero Bo Derek, en impecable inglés, pensó:

-“A ver quien sujeta a éste”.

(Continuará)


Paco Molina de Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en la década de los 80 del siglo XX.

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