martes, 4 de octubre de 2016

Insistimos:La fidelidad es una aberración


La fidelidad es una aberración.

La institución matrimonial, con boda o sin ella, entre gentes del mismo o distinto sexo o de sexos ambiguos, ese lazo de unión, ratificado por un compromiso de fidelidad, es algo contra natura. 

Sí, sí, sí. Más contra natura que el coito anal, que no lo es. Más que hacerlo con un animal, que no lo es. Más que hacerlo con miembros del propio sexo, que no lo es. Más que darse unos buenos azotes, que no lo es. Más que hacerlo 69 con 69, que no lo es. Más que hacerlo en público, que no lo es. Más que adornarlo con ingredientes picantes, que no lo es. Y puede usted seguir así.

El juramento de fidelidad es algo que va contra la naturaleza, porque es tan demencial como estar comiendo un manjar que te vuelve loco y a partir de ahí hacer juramento de que no vas a tomar otra cosa.

Sin embargo, las cosas que nos han dicho que eran repugnantes, aberrantes, sucias, degeneradas y decadentes, no van contra la naturaleza (las practican muchas especies animales). 

Y aunque así no fuera, la mera realización por humanos, dentro de un juego placentero o que satisface un instinto básico como el de buscar placer, ya las hace normales, vitales y naturales.

La pareja puede surgir de unas ganas, más o menos espontáneas y ardientes, que tienen dos  humanos de estar juntos, pero debe hacerlo con carácter temporal y transitorio a todas luces. 

Habría que ver, además, si ocurriría lo mismo-el buscarse para emparejamientos estables- en una sociedad con plena libertad sexual, y no como ahora, que al estar el sexo condenado a la clandestinidad, entonces el amor para toda la vida, se convierte  con demasiada frecuencia en la opción que nos  hace creer que esto de siempre juntos y solos es jauja.

La pareja va contra la naturaleza porque si cualquiera tiene capacidad para hacer el amor con cualquiera ¿qué componente de ella puede garantizar que no va a tener nuevas tentaciones? 

¿En base a qué fatuidad piensa uno que sirve para colmar, del otro, toda la fuerza que la naturaleza ha puesto en su cuerpo para que le guste el placer más que comer con los dedos?

Añádase, a  la incapacidad de los dos para ser fieles, el hecho de que en la estructura de pareja hay una desigualdad evidente a favor de uno de los miembros. 

En el caso de la pareja mixta, hombre-mujer, es el hombre el que a todos los efectos aparece como si hubiera adquirido en propiedad a la mujer

Y de hecho, en las sociedades aún no evolucionadas, la compra se sigue produciendo sin subterfugios, a las claras y de una manera evidente, dando el futuro marido y señor el dinero en la cantidad que le pide el padre de ella (el macho antecesor de la propiedad femenina, dueño de todas las hembritas de la familia, según título adquirido al constituirse la pareja anterior).

La confesión de millones de mujeres que afirman que se separarían si no fuera porque no tienen independencia económica para sacar adelante a sus hijos, es otra prueba irrefutable de lo que enseña, en este tema, el uso de la razón.

La base de la familia, la fidelidad, es una aberración y por eso descarrilan tantas.

Y además es esa aberración- la de querer casar lo antinatural (la fidelidad) con lo natural (la búsqueda de placer) -la que genera la violencia doméstica. 

Por eso ahí, hay un drama irresoluble si se mantiene la estructura que provoca la desdicha y la infelicidad de infinitas personas (sobre todo mujeres).

Del libro LA ESTAFA SEXUAl, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.


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