sábado, 22 de octubre de 2016

Los celos producto del rencor de quienes no poseen sexo.


Los celos producto del rencor de quienes no poseen sexo.

Si se había dicho que los celos son el resultado de varias pérdidas simultaneas, como son la pérdida de estima social, la pérdida de poder económico, la pérdida de afectos, la pérdida de autoestima, la pérdida de imagen y la pérdida de la ración garantizada de sexo ¿por qué nos atrevemos a  centrar sin embargo todo el drama en la cuestión sexual?

Porque, esencialmente, los celos se dan en relaciones de amor, es decir en relaciones donde si el sexo no funciona, no funciona ni siquiera lo que llaman amor los expertos (esos expertos que son capaces de distinguir libertad de libertinaje, erotismo de pornografía y un aspirador de una aspiradora).

Repasemos qué ocurre en los casos en los que ya no hay sexo en la relación, y donde, sin embargo, los afectados dicen que aún hay amor.

Hablamos de esa etapa de la pareja que tan bien describen ¡sobre todo las mujeres!. 

Cuentan “Que ya se sabe, que las relaciones intimas van variando a lo largo de la relación. Que al principio son más apasionadas o fogosas, y que luego se van aplacando dando paso al cariño; para que al final sea la amistad la que culmine una vida de dedicación”.

Si tenemos en cuenta que hablamos de una relación del tipo de las que han funcionado bien, contada por sus protagonistas, vemos lo horroroso que resulta aceptar que la vida sexual se ha esfumado y se ha sustituido por el cariño, con todo lo que ello supone de renuncia a una fuerza esencial durante importantes periodos de la existencia

Bien, pues en estos casos, de darse una separación, veremos que la reacción del abandonado tiene mucho más que ver de lo que parece con el sexo (que estaba aparentemente ya enterrado). 

Sí, porque, aunque en sus celos van a intervenir todos los factores que, para abreviar llamaremos social-económicos, vuelve a surgir, como un huracán no previsto, el asunto sexual.

Ese resurgir se puede percibir si prestamos atención a la frase  “¿Y me haces esto a mí que te he dado lo mejor de mi vida?”.

Si profundizamos en la expresión esa, tan frecuente y común que se puede considerar universal, vemos que en realidad lo que dice sin decir es “me dejas  cuando me quedan por vivir los peores años de mi vida”.

Pero, peores ¿por qué?, debemos preguntarnos. 

Sencillamente, porque la persona abandonada no se ve con fuerzas para empezar la ardua lucha por el sustento sexual de nuevo. 

No se ve con fuerzas para buscar sexo, porque si siempre es difícil en este tipo de sociedades, más lo es a ciertas edades. 

Ni se ve tampoco con fuerzas para ofrecer sexo como el que estima que la gente quiere (A nadie se le ocurre pensar que una solución es la prostitución- pagar por sexo-  porque todo el mundo quiere tener sexo de verdad, del bueno).

La sensación de impotencia para encontrar una nueva pareja tiene sobre todas las cosas más que ver con la pérdida sexual que con las otras pérdidas.

Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
  


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