viernes, 2 de septiembre de 2016

Consultorio sexual


Consultorio sexual.

En estos consultorios no le preparan a nadie para que lleve una vida sexual sana (o sea sin traumas) sino que les educan para que lleven una vida sexual sana en el sentido médico (es decir en el sentido enfermizo) con una dieta, unas medicinas y un comportamiento correcto.

Como el disparate es mayúsculo, el número de consultorios, de consultantes y de consultas crece sin cesar, pero las depresiones, traumas y frustraciones no cesan.

Fijémonos que lo que se le pide a un hombre es que él solo sacie el instinto sexual de una mujer que, si no fuera ella misma contra su naturaleza, necesitaría  hombres variados. 

Y, a la mujer se le exige que ella sola colme la necesidad imperiosa del macho de derretirse en distintas relaciones y contactos placenteros. En ambos casos misión imposible.

Claro que para conseguirlo los mejores aliados son los problemas que anulan el placer o las ganas de placer: Los disgustos de los hijos, la compra del nuevo piso, las averías del coche, la derrota de nuestro equipo, las enfermedades de los seres queridos, la pérdida de empleo, la permanencia en el paro, el no tener para comer, las enfermedades,....

Todas ellas son situaciones que anulan nuestro deseo y nos permiten vivir mejor, sin tener que pensar en cómo resolver el problema del placer. “¿Para qué, si no siento ganas?” se dicen él o la afectada.

Pero aún así, la historia de cada persona demuestra que ni con un millón de preocupaciones desaparecen las ganas de hacer cochinadas. 

Entonces, cual salvavidas de parejas, ahí aparecen los expertos en sexo, que dicen cómo resolver el problema irresoluble (el de la fidelidad y la auto-represión).

Repásese suavemente para qué asuntos dicen tener recetas:

Si usted se corre pronto, le dicen cómo aguantar.

Si se corre tarde, cómo correr.

Si no le basta con coito, cómo buscar otras vías.

Si no le gustan otras vías, cómo perfeccionar el coito.

Si está inapetente, cómo animarse.

Si está caliente, cómo aguantarse por respeto al otro u otra.

Si se la pegan, cómo perdonar.

Si perdona, cómo conseguir que no se la vuelvan a pegar.

Si la tiene grande, cómo no hacer daño.

Si la tiene pequeña, cómo no importa.
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Realmente agotador, señoras y señores.

Y todo para mantener en pie una estructura falsa, la pareja-cerrada. Todo para conservar una estructura contra natura. (¡Qué eso sí que es algo antinatural!).

Del libro LA ESTAFA SEXULA de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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