Resulta que
ciertas flores o plantas masculinas producen la sustancia que puede
fecundar a otras de su clase, pero femeninas.
Las primeras producen ese semen
porque sí. Es decir sin darle ninguna trascendencia metafísica, ni
respondiendo a ningún fin que cumpla ninguna ley.
(((La leyes
las inventa el investigador para estudiar las cosas y vaticinarlas, pero esas
leyes no están escritas en ninguna parte, ni tienen constancia de ellas los
sujetos a los que se les atribuye su cumplimiento. Por eso, cuando se dice que
la Naturaleza es sabia se hace poesía,
ya que la Naturaleza no se entera de nada de lo que en ella ocurre al no ser un
ser vivo))).
Generado ese esperma
(sin amor, ni finalidad excelsa alguna) entonces, bien el viento, o bien un
insecto que fue a disfrutar de la flor, o bien cualquier otro fenómeno, hacen
que esa sustancia creadora viaje hasta otro individuo (femenino ahora)
que al recibirla (sin conocer al creador de ella, que puede estar a gran
distancia) quedará preñada sin saber quien la puso encinta, ni para qué,
ni por qué.
El proceso es perfectamente
aleatorio, basado en la indiferencia y el azar.
Si hay placer (en producir el semen
o en recibirlo o en transportarlo) nadie lo sabe.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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