Todos estos
colectivos, en la medida que tienen instinto de placer, son tan completos,
normales y sanos como quien más.
Y por lo mismo, cualquiera de ellos puede
sentir placer con cualquiera.
Que ese prójimo que le da placer sea del
mismo género no sólo no invalida lo aquí defendido sino que lo reafirma: El
instinto de disfrutar placeres sexuales es el que existe (no el de la
procreación) y ese instinto es promiscuo, es decir no limita las ganas de
placer a que se encuentre la pareja ideal (vulgo amor).
Por cierto,
si gays (G), lesbianas (L), bisexuales (B) y transexuales (T) se están uniendo
para reivindicar su derecho a la vida social y otros derechos, que abran la
puerta a los promiscuos (P) y el
grupo GLBT, pasaría a ser el GLBTP estando
así todos juntos en lucha frontal contra el Poder represor.
Hay que
constituir de una vez la fuerza que rescate la libertad verdadera, la que
permite complacer los 2 instintos básicos sin pegas.
Son las leyes
contra natura las que hunden a la persona en la depresión, la culpabilidad y la
pérdida de autoestima.
Es imposible
hacer la Torre Eiffel con palillos redondos como nos piden las religiones.
Huyamos de ellas que nos hunden en la esclavitud de los sin autoestima.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina que busca editorial desesperadamente.
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