Si el factor
común de todas las religiones es la represión sexual, vemos que algo análogo
ocurre con las políticas aplicadas por los distintos gobiernos.
Las noticias
sobre algún caso diferente y libre, como el que se dio en el primer periodo de
la Revolución Bolchevique, según indicó William Reich, reafirman la tesis, pues
estamos ante un régimen ateo; o sea, sin Dios que valga.
Parece como
sí, cualquier Poder, al tratar de perpetuarse y mantenerse en el lugar que le
corresponde, estuviese convencido de que lo bueno para él ha de consistir en prohibir la “satisfacción
indiscriminada” del instinto de placer de cada persona. Condicionando por
ley los desahogos de ésta a los limites que establece la familia.
Contraponer a
esta evidencia la libertad de ligue en los no casados, o de los casados entre
divorcio y divorcio, o en determinados mundillos, hay que entenderlo al pie de
la letra. Se trata precisamente de eso, de mundillos, o sea micro
minorías sin relevancia comparadas con lo que es un problema de toda la
Humanidad.
De la misma
manera que hay que destacar que si hay miles, e incluso millones de personas,
que se lo han montado bien, eso ha sido a base de saltarse las normas a
la torera y a un continuo caminar por el filo de la navaja: Teniendo que entrar
en un ambiente cerrado y especial, o teniendo que llevar una doble o triple
vida, o teniendo que hacer sufrir a alguien, o perdiendo la reputación, o todo a
la vez.
Si alguna
vez algún Gobierno ha permitido y
recomendado la libertad sexual, o ya se lo han cargado Poderes Mayores, o por
estar fuera de lo Políticamente Correcto y del Pensamiento Único, tiene sus
días contados.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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