La educación
sexual no está mal, pero obsérvese que al tiempo es el timo de la estampita.
Resulta patético ver cómo y en qué cantidad proliferan los programas (radio,
TV) y los consultorios (revistas, debates) sobre cuestiones sexuales, con el
único fin de ayudar a las parejas a aguantar (se) todo lo que puedan;
antes de que se haga evidente su incapacidad natural para satisfacer el
deseo de placer variado y continuo de cada uno, dada la necesidad imperiosa
que se tiene de diversidad sexual.
Por cierto, ¿Por qué no se canta lo
enriquecedora que es para la Humanidad este tipo de diversidad, ya que tanto se
hace respecto a otras?
Y así vemos,
en esos consultorios, cómo se le dan consejos a la mujer para que parezca
otra de vez en cuando.
Prueba
irrefutable de que hasta un especialista sabe que un hombre necesita a
varias. Ah. Y ella también a varios, pero en la sociedad machista, sobre esto,
¡chitón!.
También se le atormenta al hombre con consejos
que pretenden consolarlo (aunque la verdad emerge sin querer): “No te
corras pronto que la dejas insatisfecha” (y se va con otro,
cabría añadir, porque si no, ¡qué más da!). “Aprende a aguantar machote”. “Por
cierto, si la tienes pequeña (dice el experto) no te preocupes que... ellas no
le dan importancia al tamaño... a ellas les va la marcha, por eso
se conforman si la sabes manejar”.
No lo dicen así de crudo, pero
se deduce de las tranquilizadoras palabras del consejero de turno. (“Si
la tienes pequeña, macho, que sea hábil porque, si no, te puede dejar”,
sería la moraleja).
Así que si a las mujeres les piden el
imposible de que siendo una sean mil (con maquillaje, teñidos, picardías
y vestidos) a los machitos se les pide
aguante y optimismo, porque si no la tienen como a ellas (no) les
gustan, ¡grandes!, siempre podrán suplir la carencia aguantando el orgasmo hora
y tres cuartos, en medio de una frenética actividad que denominan "tenerla
juguetona”.
¿Cuándo se
darán cuenta de que cuanto más quieren arreglarlo es peor?
Con lo fácil que es
la solución ¡con libertad sexual!.
Así todas y todos disfrutarían de
"cosas" grandes y pequeñas, largas y cortas, rápidas y lentas,
gordas y delgadas, etcétera y etcétera, desapareciendo la obsesión por
lo que no se tiene, ¡porque se tendría!
Pero si hasta
se le insinúa a las parejas que compartan sus fantasías sexuales, como acto de
compenetración, para ver si así escapan del aburrimiento de la monotonía.
Estando ahora la prueba de que no hay libertad sexual, en la
razón por la que conceden los sabios el permiso para tener fantasías:
“Porque todo el mundo las tiene y no son malas, salvo que se quieran
realizar”.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina,que busca editorial desesperadamente.
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