Se pretende
ahora demostrar que existe una represión
sexual activa, aunque para ello bastaría invitar a que cada cual
repasara su propia vida, sus deseos, sus ansias, sus pensamientos, sus renuncias
y sus frustraciones, y quedaría claro que el sexo está perseguido.
Si bien esa
represión es tan totalitaria y sutil que muchos no quieren reconocerla. Por eso
hay que sacar a colación y al aire, el tipo de examen de conciencia que
sigue:
Empecemos
para ello por repasar qué es lo que entendemos por Sexo. En principio se debe
entender lo que entiende todo el mundo. Aunque asumirlo sea triste, porque
supone que estamos aceptando el uso de esa
palabra como un factor
represor.¿Acaso no es fea?
Repasemos por
qué es así. Acojámonos para ello a la tesis de Agustín García Calvo (autor de libros como “De Dios”. Editorial Lucina).
Dice, este Enemigo Público Número Uno del Orden Establecido, que de la misma
manera que el Poder quiso inventarse el concepto de Alma y para ello, como no
tenía forma de decir qué era eso, creó previamente el concepto de Cuerpo, para
luego decir: “El Alma es eso que hay en cada uno y que no es el Cuerpo”. Pues
igual hizo para inventar lo que
dicen que es el Amor (y de golpe y porrazo sacar de la chistera lo que dicen
que es el Sexo). Y así el mensaje que
nos hacen llegar desde el Poder es éste: “Ya sabéis, cuando dos están haciendo
lo más apetecible que hay bajo las estrellas, eso que sientes y que no se sabe
lo que es, eso es el Amor, y lo otro, que sí sabes lo que es, eso es el Sexo”.
Quedando así el Sexo marcado como “lo sucio de lo bueno”, lo palpable
de una pasión.
Pues bien,
aún aceptando que al hablar de lo que vamos a hablar, si utilizamos el término
Sexo, caemos en la trampa que nos tienden, sí se va a tomar en lo que
sigue el atajo de llamar sexo a lo que está prohibido. Y precisamente por eso,
porque es un atajo que facilita que así mayor número de personas entiendan
mejor lo que aquí se defiende. Aunque no se debe olvidar que no hablaremos de
sexo y sí de eso que todos quisieran hacer y rehacer y deshacer y vuelta a
empezar, si fueran libres.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca desesperadamente editorial.
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