domingo, 21 de agosto de 2016

La verdad es revolucionaria.


La verdad es revolucionaria.

Todos estos absurdos (proyéctense los despropósitos citados a las serpientes o a los microbios o a las babosas) se ha conseguido que suenen casi mejor que la verdad. 

Porque la verdad es que si no fuéramos animales no tendríamos los instintos de los animales (supervivencia y placer). 

Porque la verdad es que si fuéramos libres, la libertad consistiría en poder darle placer al  cuerpo y larga vida

Porque la verdad es que si en alguna ocasión se opta por el sacrificio debe ser esa una ocasión instintivamente animal (la madre defiende al bebé, el fuerte protege al débil, los  sanos hacen el trabajo de los enfermos, y ello siempre con esperanza de supervivencia).

No tiene sentido decir que somos superiores a los animales porque podemos vivir  de forma diferente (pero más bestia), renunciando al placer variado y abundante; estando predispuestos (tras el sacrificio anterior) a renunciar también al instinto de conservación, como se aprecia cuando voluntariamente algunos van a matar y morir por su religión contra otra religión, o por su patria contra otra patria, o por su propiedad (sobre todo si es mujer) contra quien le recordó que no era tan suya como parecía.

Ante tanto disparate, más pronto o más tarde, se aceptará que somos sólo animales, y que la inteligencia no está para mortificarnos ayudándonos a inventar sacrificios que nos priven de vida y de la vida

La inteligencia para lo que debe servir es para permitirnos satisfacer mejor los dos instintos básicos si la utilizamos inteligentemente.

   Y puesto que quedó claro que somos iguales, debemos de ponernos a luchar por resolver los problemas que tenemos en común, que son los que nos hacen sociables y solidarios.


Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.

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