No confundir
diversidad con biodiversidad
Suele caerse
también en el error de considerar la diversidad (de lenguas, de culturas, de
religiones) como algo que enriquece a la Humanidad. Cuando exactamente ocurre
lo contrario, que empobrece; en cuanto que atonta y quita libertad.
Pues
ocultan, todas esas diversidades (en el fondo la misma cosa), la
libertad que no tiene el pueblo.
Chocante que
se aplaudan estas variedades y no la variedad en el número de relaciones
sexuales, e incluso la variedad dentro de la misma relación, censurando lo
contra natura, etc.
El que haya tantas lenguas y religiones nunca
ha sido cosa buscada por las gentes sencillas.
Toda esa variedad de cosas, que
surgieron a la fuerza y no fueron queridas por el pueblo, son un incordio, pues
contribuyen a generar el espejismo con
que el Poder Conservador vende el concepto de libertad.
Sí, porque se
pretende hacer creer que si hay muchas
culturas hay mayor libertad, e incluso se nos engaña haciéndonos creer que al
poder elegir entre muchas cosas, esa elección, nos hace libres.
Cuando, sin
embargo, eso son señuelos que ocultan la verdad: Que no hay libertad; pues
no se permite a la persona saciar sus instintos básicos: supervivencia y placer.
Señuelos
peligrosísimos, porque hasta los intelectuales mismos creen que la no
pluralidad es la uniformidad y por tanto la pérdida de libertad. Lo que no es
así.
Ya que tantos
contraponen el término uniformidad contra la propuesta expuesta de que la variedad
de lenguas, religiones y culturas es más bien un inconveniente que una ventaja,
combatamos su argumento.
Dicen desde sus púlpitos (que no tendrían si dijeran
otra cosa), asustándonos:“si no hay diversidad se impone la uniformidad, o sea
la falta de libertad, y encima ¿qué uniformidad vendría tras la desaparición de
la variedad? ¿qué cultura?”.
Bueno, pues
ya que recurren a esa palabra, militarista, para defender su idea, resuélvase
el debate hablando de uniformes.
Dicen que es
más enriquecedor que haya 1000 personas, de las cuales 200 lleven el uniforme
rojo, otras 200 el azul, 200 nuevas el verde, etc. Es decir, que si tenemos 5
ejércitos con 5 uniformes distintos y con doscientos fieles y devotos cada uno,
eso es más enriquecedor que el que sólo hubiera un uniforme para las mil personas.
Pues no.
Aclárese antes que nadie defiende que haya un solo ejército, un solo uniforme y
una sola cultura.
Lo que se defiende es que no haya ningún uniforme (ni
militar, ni religioso, ni cultural) es decir, lo que se pregona es la ventaja
de que las mil personas estén desnudas.
Que estén
desnudas y no que lleven el mismo uniforme, eso es lo que se postula. Y qué
bien viene la parábola, porque así, para empezar se sentirán más libres, y
además se verán más iguales (rematadamente iguales) y vivirán plenamente una
atmósfera de sensualidad, es decir, estarán en el pórtico de la gloria.
Pero, de
nuevo la parábola elegida vuelve a ayudar al máximo a la explicación. Pues
observen ahora, los más exagerados defensores de las diferencias secundarias,
cómo, por arte de birlibirloque, resulta que las personas, estando desnudas,
son más distintas unas de otras que estando uniformadas, incluso aunque lleven
distintos uniformes.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadadamente
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