Cosa distinta
es que, ocasionalmente, un dolor o enfermedad o preocupación, anulen o impidan,
transitoriamente, el que las ganas de placer se quieran colmar.
Fijémonos
ahora que en estos últimos casos, la anulación o desaparición de un instinto
básico (en este supuesto el de placer), se debe al crecimiento desmesurado de
las manifestaciones del otro, también básico.
Es decir, si
uno de los instintos primarios es anulado o eclipsado, lo es por el otro. Lo
cual confirma la trascendencia de ambos impulsos.
Sí, porque
también el instinto de placer puede anular o empequeñecer al otro (al de
conservación) en momentos puntuales.
¿Qué son, si no, esas situaciones en que
por alcanzar placer alguien se la juega, violando o seduciendo o
entregándose al refocile en circunstancias de riesgo, abandonando servicios
presuntamente más excelsos o engañando al jefe o practicando sexo en ambientes
de alto riesgo por peligro de contraer enfermedades contagiosas, o traicionando
a la patria o arriesgando el puesto de trabajo o, en fin, haciendo tantas cosas
que seguro que tu imaginación o tu experiencia pueden hacer esta lista más
exhaustiva?.
Eso por no
hablar de los adulterios, sobre todo de ellas, en ciertas culturas aún no
evolucionadas, u otros supuestos en que la civilización de turno ha establecido
sus prohibiciones y crueles leyes represivas
Volviendo al estudio
del ejemplar humano que metimos en el Laboratorio. Resulta evidente que se guía por esas dos normas: quiero
seguir viviendo y quiero gozar.
Juguemos
ahora a garantizarle uno de los dos instintos y veremos que se vuelca en el
otro.
En efecto, si ve que tiene comida, vivienda, abrigo y cuidados, empleará
su tiempo libre (libre porque no lo tiene que dedicar a ”lo otro”) para
buscar placer, y si está sólo se masturbará y si acompañado se arrejuntará (buscando
a otro ejemplar de su especie).
También
ocurriría lo contrario. Si lo ponemos en condiciones de gozar fácilmente, pero
no le damos formas de luchar para seguir vivo o sin dolor (el dolor es el
sistema de alarma del instinto de conservación), entonces entrará en una
situación de desesperación que anulará o amortiguará su deseo. Basta con
recordar un dolor de muelas, ¿hay mejor inhibidor del deseo?
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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