¿Qué
significa organizar la vida más inteligentemente?
Pues invertir esa inteligencia en resolver la vida
como desarrollo de sus parámetros fundamentales: Ayudando a que se conserve la de todos,
lo más y mejor posible, y adobándola con el mejor de los placeres, por otro
lado tan asequible y cercano (si no estuviera tan cercado).
Cercado por
el Poder (que parece nos gobiernan los más tontos de cada casa), que ha
conseguido en su estupidez (ni siquiera animal) conducirnos hasta el actual
capitalismo, y que adoremos al Dios Dinero y sus Santos Sacramentos de la
Competitividad, el Desarrollo sin Fin, las Guerras Sin Sentido, el Consumo
Compulsivo, el Menú de Religiones, el Aburrimiento Disfrazado, etc., etc., etc.
Capitalismo
que nos declara iguales en los papeles, pero nos trata y hace creer diferentes
en los salarios, según produzcamos más o menos.
En fin, quede
como prueba de última hora de nuestra igualdad, el que tanto las religiones
como el Capital saben que todos sospechamos e intuimos que somos iguales, y
por eso ellos predican también (aunque engañándonos) que en efecto somos
iguales... pero no todavía: sino en
el más allá (según las religiones) y en el más acá (según los Derechos Humanos).
Eso sí, un mas
acá tan lejano, como el cielo del más allá. Porque "seamos
realistas”, nos repiten sin cesar, lo importante es que tengamos esos
principios, aunque no los podamos
disfrutar todavía; ya que de momento “hay que seguir la senda del desarrollo”
lo cual exige, ante todo, competitividad, es decir desigualdades sociales.
Ese
es el credo de los “realistas”: Hay que
seguir progresando y cuando ya seamos ricos, entonces ya podremos
aplicar todos los Derechos.
Esa es la Ley del Capital, esperar (al
futuro) ...y mientras... ¿derechos?.... ni los Derechos que nos corresponderían
en cuanto animales (los de supervivencia y
placer).
Del libro LA ESTAFA SEXUAL, de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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