ESTAFADOS
SEXUALMENTE
Sale
a la venta, por 5.69 euros, una nueva edición de una obra revolucionaria,
transgresora, singular y genial, del profesor y concejal de Izquierda Unida, Francisco
Molina, en la que se afirma que nuestros dos instintos básicos son el querer
vivir y el querer gozar, siendo el sexo el mayor de los placeres.
La
vida pública de Molina como militante de Izquierda Unida, también está unida a
la literatura con libros que siempre van cargados de polémica, porque son
transgresores de las normas más conservadoras.
Se debe a Woody
Allen el célebre aserto de que en la vida solo hay dos cosas importantes: una
es el sexo; la otra... el sexo.
Quizá, si el ensayo
del que se da cuenta en esta página lo hubiera escrito Hegel, Kant o Nietzsche,
por citar a filósofos de la modernidad, ya clásicos, hablaríamos de un punto de
inflexión en la manera de pensar en el Hombre, pero «La estafa sexual», titulo
de la obra, fue escrito por el profesor de Matemáticas, Física y otras ciencias
relacionadas con la belleza, que se llama Francisco Molina Martínez, nacido en
Zamora cuando a su madre le dio la gana.
Afirma Molina, nada
más empezar, incluso antes de abrir el libro que “no todo en la vida es sexo,
por desgracia”.
A partir de esa política
de intenciones, el autor profundiza, sin prisa, con paso firme, como el
explorador en la selva, en sus teorías.
La obra se la ha
dedicado a los que les gusta el sexo por encima de la media, a los mayores de
dos desengaños y a quienes han tenido que repetir asignaturas ya aprobadas
porque “nuestra inteligencia superior” inventa cosas, como la repetición de
curso, que suponen sacrificio y castigo sin sentido, en vez de lo contrario;
justo como en el sexo.
Represión
sexual vigente.
Después el prólogo
se corona con epígrafe: “Si el sexo es malo ¿qué es bueno?”.
Y denuncia la “represión
sexual vigente”.
Asegura este
profesor de Matemáticas que, echando mano de la historia, hasta remontarse a lo
que definiría Marx como “comunismo primitivo”, el poder prohíbe el “placer
sexual”.
Así lo argumenta: “En
cierto momento de la evolución de la especie algún tipo de Poder vio útil el
maldecir la búsqueda colectiva y pública del placer sexual, y decidió
prohibirlo.
Nace así el concepto
de posesión de la mujer por parte del macho al convertirla en esposa (sea una o
sean varias).
Posesión que se rige
por las reglas de la prostitución (compra-venta) pero en la versión del pago
por igualas (me das tu servicio sexual, me das hijos y cuidas de mi alimentación
y casa, y yo, a cambio, te mantengo y protejo).
Estando la
diferencia entre mujer pública y privada en que aquella no ofrece el usufructo
de su cuerpo en exclusiva, mientras la fiel esposa si”.
De manera categórica,
Molina escribe que “los conservadores reprimen el placer sexual”, no obstante,
reconoce que hay gobiernos conservadores y liberales bastante permisivos, pues “los
ricos siempre han sido los más puteros”.
Depender
de los hombres.
Cree Molina, que
“existe una represión especial contra las mujeres”, siendo esa la razón de
hacerlas depender económicamente de los hombres y se las fuerza a una
subsistencia frágil”, de manera que tenga que buscar, para realizarse y
garantizarse “la ración de sexo, pareja”.
Se pregunta Molina: “¿No
utilizan con frecuencia las mujeres la expresión “me gusta un hombre que me
haga sentirme protegida?”.
Pone punto final al
libro, con una serie de teoremas, basados, por supuesto, en la razón.
Así, “hemos visto que lo que existe es el
instinto de placer y no el de reproducción”.
Otro de los teoremas
“molinescos” parte de que “no existen desviaciones sexuales, y menos anomalías,
si las personas conservan el instinto de placer, ya que eso es precisamente la
salud”.
Y da por hecho que “la
existencia de fantasías sexuales por fuerza debe tener que ver con la carencia
(en cantidad y variedad) de relaciones sexuales”.
Enfatiza en este problema
de la igualdad humana:
“Siendo todos
iguales se nos hace creer que somos diferentes, razas diferentes, personas
diferentes, pueblos diferentes, familias diferentes, patrias diferentes; todos
diferentes, para que no veamos que así, separados ficticiamente, somos pasto
del divide y vencerás de los poderosos, y para que no veamos tampoco que como
somos iguales y queremos lo mismo, puestos todos a ello ya estaría alcanzado”.
Y concluye afirmando
que “la estafa sexual consiste en que nos han cambiado la estampita del amor
eterno y con una sola persona, por la pérdida de libertad sexual”.
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