Si la lucha
por la supervivencia supone tener que trabajar; también es cierto que luego, en
el instinto de placer, una vez colmado, está la recompensa o premio por ese
trabajo.
Entonces, por la misma regla de tres invertida, resulta evidente que
si se anula o atrofia el Placer, resulta más fácil que la maquinaria de cada
persona sea más débil para aceptar morir por esto, lo otro o lo de más allá,
cuando así se lo pida quien manda.
Por si se entiende mejor, sirva este ejemplo;
de la misma manera que le resulta más llevadero ir al paro a quien le están
pagando una miseria en el trabajo, por lo mismo le resultará más fácil aceptar
la muerte si previamente le han podado el mayor placer de los que existen.
No obstante,
hay que reconocer que en la inmensa mayoría de los casos el sistema no les funciona, y así
vemos que, cuando alguien muere alegremente por su Patria, o por su entorno
social u otras bagatelas, lo hace sobre todo porque percibe que corre
más peligro su supervivencia si no obedece (¿qué ejército no amenaza de muerte
a sus desertores?).
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca una editorial desesperadamente.
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