Siguen
acumulándose las pruebas que hacen evidente el veredicto de que: "Algo
debe tener el sexo cuando lo maldicen". Contraposición al dicho de.... "Algo tiene el agua cuando
la bendicen".
Y si verdad
es que lo que tiene de especial el agua es ser fuente de vida, lo que tenga de
especial el sexo para estar maldecido, perseguido y proscrito, tiene que ser
algo esencial también. Pero ¿para quién?. Para quien ostenta el Poder, que ha
encontrado en la represión sexual su mejor y casi única cadena para atar en
corto a la Humanidad.
Reforzando
esta tesis vemos que así cómo el placer de comer se ha desarrollado hasta
alcanzar un sibaritismo exquisito, en cuestiones sexuales todo es furtivo.
La gula
Si se coge
como contrapunto otra de las prohibiciones de la Iglesia Católica (además de la
Lujuria), y nos fijamos en el pecado que llaman “gula” ¿qué se aprecia?.
Que siendo
ambos pecados de igual categoría, pecados capitales, resulta que mientras uno
se practica sin trabas e incluso existen recetas para regodearse en él, el otro sigue siendo algo que se hace en las
catacumbas de la intimidad o de la mentira.
Mientras el
placer de comer se valora e incluso se estimula desde los poderes, sin embargo,
la lujuria es estigmatizada, marcada, vilipendiada y perseguida hasta las
cuevas de la vergüenza.
No es que el
sexo haya desaparecido, que no hay quien lo pare, es que se disfruta
furtivamente o escasamente o avergonzadamente o enfermizamente.
Así como la
gula se ha refinado y hay recetas, y las gentes se las pasan unas a otras para
extender el disfrute de ese placer, y se trabaja e investiga en nuevos
descubrimientos y combinaciones de sabores y existen templos para la gula y se
hacen guías donde se recomienda al viajero el mejor lugar, para comer. Así como
esto ocurre (qué decir de los catadores) respecto a la gula, cabe que se
pregunte cualquier persona crítica : ¿y por qué sin embargo todo lo referente a
la sexualidad se hace a escondidas o no se hace? ¿por qué, para ser más
felices, no se pasan las mujeres a las mujeres, los hombres a los hombres, o
entremezcladamente, unos a otras, todas a todos, recetas sobre el placer
sexual?
Sí, se puede
decir que cada vez hay más libros de cocina sexual, incluso programas de
tele, consultorios telefónicos y páginas de consejos “ad hoc” en la prensa,
pero lo que aquí se denuncia es que no existe la naturalidad, la frescura, la
libertad de darse trucos sexuales para ser más felices sacando más placer del
placer. Además, si se es observador, es fácil apreciar que esos mil consejos
que ya afloran por doquier, lo son sólo para salvar parejas, para que
pueda resistir algo más una
relación ya acabada.
Pero cabe en
cabeza humana oír que alguien, en una reunión social, le diga a alguien: “¿Has
probado con tres hombres a la vez? No te lo pierdas, y si pueden ser dos
maduros y uno joven, ya, la locura”.
Los libros,
las sex-shops, el mundo del porno, la prostitución, son como si la gente
aprendiera la receta de la paella en la intimidad de la lectura privada, como
si se fuera a comprar la merluza en secreto, como si se comiera a escondidas, o
como si los cocineros y cocineras, la profesión más vieja del mundo, formaran
parte de un entramado sórdido, semiclandestino, donde ese tipo de trabajadores
no tuvieran seguridad social.
Que el sexo
es algo maldito, en cualquier rincón civilizado del planeta, es
evidente; como lo es que ello ha surgido desde que existe, en cada sociedad, un
Poder que actúa sobre esa sociedad, por encima de ella, dominándola y
explotándola.
Mientras la
gente no se pongan, con naturalidad y la mejor de las intenciones, a darse
recetas sobre sexo, es que el tema sigue siendo tabú, es que el asunto
sigue estando prohibido. Salvo en los Templos de lo Permitido, que no hay olla
a presión sin válvula de escape.
Los Templos
de lo Permitido son: el sexo por amor, la prostitución, el sexo comprado, los
canales de las minorías depravadas (cultura del porno, locales de
intercambio y contactos, rincones de Internet, paraísos del turismo
sexual,...), los chistes verdes o soeces, y las locuras aisladas de cuatro
afortunados con cuatro afortunadas.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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