Si desde que
empezó el tiempo histórico (o sea no siempre, sólo desde que empezaron a
escribir la historia los vencedores) se ha mantenido una constante y persistente
represión sexual, mediante la anatemización del placer carnal o su control a
través de normas severas y contranatura (como el matrimonio), sería de suponer
que el asunto ya estaría “resuelto”.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Es
más, todo indica que en vez de estar el sexo atado y bien atado, lo que ocurre es que por
todas partes se desata y deshilacha.
Y así se
aprecia que:
—La
prostitución nunca ha sido abolida en ninguna de sus formas.
—Las tribus
no civilizadas presentan una permisividad sexual muy civilizada.
—La tortura,
esa salvajada que habla mejor que nada de la violencia a la que lleva la
represión del placer, tiene con demasiada frecuencia rasgos de un sadismo
directamente sexual (cuando se electrocutan genitales, se queman cigarrillos
encima de los pezones, se interroga obligando a la victima a estar desnuda,
etc. etc.).
—La
literatura erótica o la marcadamente pornográfica, siempre presente.
—El
adulterio, o la mera falta de fidelidad, en todas las latitudes y países crece.
Incluso en aquellos en los que se paga tal pecado con la vida.
—Los datos
espeluznantes sobre el número de visitas por Internet a los portales de
contenidos marcadamente sexuales.
—Las
múltiples situaciones de los llamados desequilibrios sexuales, como
violaciones, incestos, zoofilias, etc., que ratifican la imparable fuerza del
sexo.
—Las
continuas salidas del armario o confesiones de homosexualidad y
lesbianismo, en todos los ámbitos, rincones, asociaciones, familias y
congregaciones.
—Los brotes
de acoso sexual, o emparejamientos carcelarios o de los llamados
«efecto-internado», llevando a la homosexualidad o bisexualidad a
heterosexuales, con tal de poder satisfacer la necesidad del placer carnal.
—Las
continuas conversaciones y chistes sobre la cuestión.
—Las sórdidas
relaciones, ocultas bajo la mesa-camilla, entre parientes de todo tipo.
—Los
establecimientos conocidos como sex-shop en continua expansión.
—El alquiler
de películas X en video-clubs, que es su mejor negocio.
—Las
continuas noticias de prensa sobre creación de mercados de prostitución para satisfacción de los ejércitos
libertadores cuando ocupan un país que no es el suyo; así como las
infinitas noticias que hablan del fatal mundo de la sexualidad.
—Citemos
también la desproporción entre las penas que se ponen por delitos sexuales con
las que se fallan por arruinar a alguien e incluso por asesinato.
Buscando con eso, el Poder, afianzar el mensaje de lo sucio, peligroso y dañino
que es el sexo.
—Hasta el
chantaje-sexual, con ser el método de extorsión y presión mas empleado, no ha
acabado con las ganas de sexo, y la gente se la sigue jugando.
—Y más y más
ejemplos que se escapan; pero que seguro que cualquiera puede completar y
multiplicar, a poco que se lo proponga, a través de su experiencia personal:
masturbaciones, fantasías, relaciones secretas, intentos frustrados, planes
obscenos, propuestas rechazadas, apetitos reprimidos. Fuego. Fuego. Fuego.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina, que busca editorial desesperadamente.
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