Curiosamente,
esa disposición de la hembra a aceptar a cualquiera para lo del placer, permite
explicar de paso que las mujeres puedan conformarse más fácilmente con
un sólo macho.
Si el placer produjo
de carambola procreación; en el caso de la hembra, la casualidad la hizo
buscona (de placer) cayendo así en una trampa que la dejaba encinta.
Placer que acepta venga de donde venga, siendo lo mismo si se lo da uno
sólo, que si se lo dan todos .
Pero
resultará difícil que una mujer acepte, de buen grado, que es buscona por
naturaleza y que puede hacerlo con cualquiera. Incluso una
profesional de la prostitución explicará que esa apertura de miras la
consiente sólo por dinero, y aún más,
podrá afirmar que soporta a los clientes por el carácter profesional de
la entrega, pero que en modo alguno le gusta cualquiera.
Por tanto
habrá que detenerse un poco en este asunto, para desenterrar lo que está oculto
por montañas de represión.
Y para ello
viene de perlas el símbolo que la biología ha atribuido a las hembras de todas
las especies. Ese círculo con el signo de la suma debajo. Fijémonos en él.
Ese signo de
la adición se puede interpretar como algo que recibe la mujer.
Pues bien, lo
que aquí se defiende es que si en la actualidad ese logotipo es correcto, sin
embargo, antiguamente, antes de la tarea desempeñada por la represión, lo
adecuado sería que el símbolo femenino se dibujara, con el círculo también,
pero rodeado de muchas cruces que representaran a los distintos machos a los
que podía acoger, cada mujer, para su placer.
Siendo lo de
menos que ese placer fuera espontáneo o inducido, dicho esto porque casi todas
las mujeres afirman sentir deseo si se sienten deseadas, o sea siempre que las solicitan.
LOGOTIPO BIOLÓGICO
DE LA HEMBRA
ANTES DE LA DESPUÉS DE
LA
REPRESIÓN
SEXUAL REPRESIÓN
SEXUAL
Representada
así la hembra (círculo rodeado de cruces, símbolo de que puede abrirse a
todos) tendremos bien reflejada su
naturaleza, antes de ser acosada por la represión sexual.
Aunque
resulta pasmosamente correcto que el emblema que hoy se utiliza en los libros
de ciencias naturales, sea el circulo ¡con
una sola cruz!.
Sí, porque ya, la cultura imperante ha obtenido un triunfo
total, consiguiendo que la mujer sea receptiva a un solo falo, a un solo
vector que entra en ella, al vector que simboliza un único amor.
O sea, al
margen de reconocer la imperfección que tiene la domestificación de las
hembras, lo cierto es que esa es la sensación que ellas tienen, hasta el
punto de que pueden decir y sin mentir: “No me iría con cualquiera por
todo el oro del mundo. Me gustan muy pocos, y la vida la compartiría, sólo, con
quien note que le amo y me ama con locura”.
Pero ¿Por qué
se da esto ahora, si deberían gustarles todos o cualquiera, que lo mismo es?.
¡Por la
represión sexual!.
Compruébese, jugando a partir del escudo de las
infinitas flechas que llegan al circulo y lo penetran, a ir tachando las que
corresponderían al tipo de hombre que ya no les gusta a priori, y véase
cómo queda una sola.
Para empezar
táchese a los violentos, pues “lo pueden ser conmigo” (diría la mujer).
Anúlense ahora los sucios (la higiene se ha convertido en mito). Supriman a continuación
a los no trabajadores y no honrados (es
fundamental que el marido sepa ganarse la vida y la fama). Quítense los de las
clases inferiores a la de la interfecta (cuestión que recomiendan hasta los
consultorios matrimoniales, con su letanía de que es muy importante el tener
los mismos gustos e intereses que el futuro marido, así como idéntico nivel
cultural o, si acaso, que él la supere). Sigan tachando a quienes no gustan a
primera vista, pues si se va a amarrar una a uno para toda la vida, es
elemental que tiene que ser guapo
(dentro del criterio subjetivo de la que elige). Añadan que además deben ser
generosos, buenos padres, etc., etc., etc., y llegarán a la conclusión, de que
no sólo la mujer está ya únicamente
preparada para recibir una única flecha, es que ya no están preparadas para
ninguna (puesto que no hay mirlos blancos).
Y si de hecho
así no ocurre es porque el placer es un instinto básico, elemental, salvaje,
animal, imparable y ante eso es preferible conformarse con cualquiera.
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